Detesto el calor. Aborrezco el calor. Quizás sea porque mis antepasados vivían en Galicia, de modo que no estaban genéticamente adaptados a ...

¡DETESTO EL CALOOOORRR!

Detesto el calor. Aborrezco el calor. Quizás sea porque mis antepasados vivían en Galicia, de modo que no estaban genéticamente adaptados a las temperaturas tropicales o subtropicales. Para que se hagan una idea, en mi ciudad hemos tenido picos en verano de 35-40 grados Celsius. ¡Así no se puede vivir!

Encima, la humedad suele trepar al 70% o más en esos días, lo cual convierte la atmósfera en una especie de gelatina caliente y pegajosa. ¡Y yo odio sentirme pegajosa! Me meto a la ducha para refrescarme y sentirme limpia, pero una vez que salgo de la ducha, la sensación de frescura y limpieza me dura... menos de tres minutos. Sí, claro, podría instalar un equipo de aire acondicionado en mi casa, pero una igual tiene que salir a hacer sus cosas, y entonces el aire acondicionado resulta peor por el efecto de choque que produce el cambio de ambiente. Es la receta perfecta para desarrollar una laringitis en pleno verano.

¡¡Y ni hablemos de los mosquitos y las cucarachas que vienen por culpa del maldito calor!! Es como si hubiera una especie de invasión en progreso, onda película de terror. Bichos zumbando y arrastrándose por todas partes, incluso en plena noche. (Como si no fuera ya difícil conciliar el sueño por culpa de la temperatura alta.) Y mi pobre gato tiene que pelearse con las pulgas, cuando no les da a las mismas por picarme a mí en los tobillos.

En días así, una llega a entender por qué los países tropicales suelen ser tan pobres. ¡No dan ganas de moverse, mucho menos de trabajar!

Y yo siento que me voy fundiendo bajo el calor abrasador. Como mantequilla. O como hielo. O como la Bruja Mala del Oeste en El Mago de Oz. Al final del verano, lo único que encontrarán de mí será un charco grasoso lleno de pelos. (Qué asco, ¿verdad?)

¡Me derriiito, me derriiito!
¡Qué mundo, qué mundo!

(Mmm... quizás deba comprar una casa en el hemisferio contrario para saltarme todos los veranos, o unirme a alguna investigación sobre los pingüinos en la Antártida. Lo pensaré seriamente.)

G. E.

6 comentarios:

  1. Pablo Graaf: Ji ji! no dan ganas de mudarse ahí en verano. Me he reído un rato con el post!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Por suerte no todos los veranos son así. Me alegra haberte hecho reír :-) Gracias por el comentario.

      Borrar
  2. Jajajaja, en Madrid hace mucho calor pero es más soportable porque es calor seco. Aun así, no salgo de casa más de lo imprescindible, siempre con el aire acondicionado. En realidad, si no lo pones muy fuerte no pasa nada, yo noto mucho más el problema en el coche, porque ahí el cambio de temperatura es más impactante y mi garganta se resiente :-D.

    Lo dicho, que yo también odio el calor. El frío lo llevo mucho mejor. Y sí, aunque suene a "chiste", el calor provoca que no puedas trabajar igual, estoy segurísimo de que algo tiene que ver jaja

    ¡Chao!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Pues yo he estado en Florida, EUA, en pleno verano, y ni allí pasé tanto calor como aquí en Montevideo. En cuanto a lo del trabajo... es verdad, es que no da para trabajar :-D Un besote, y gracias por comentar :-)

      Borrar
  3. Y después de cuatro años ¿cómo andas del calor?

    ResponderBorrar

Ir arriba