¿Y saben qué? Mis predicciones sobre lo que me resultaría útil o inservible en la vida adulta fueron bastante acertadas.
No, no me vengan con lo de "esa información sirve para desarrollar el cerebro, blablablá". Se puede desarrollar el cerebro de igual manera, o incluso mejor, con información útil, ahorrando de paso un montón de tiempo, por no hablar de que también bajaría la deserción estudiantil.
A ver, repitan conmigo: "Los programas de secundaria están obsoletos. Los programas de secundaria están obsoletos. Los programas de secundaria están obsoletos." No estaría escribiendo esta entrada si la cosa hubiera mejorado desde mi paso por el bachillerato, pero, considerando la falta de ciertos conocimientos que detecto hoy en día en gente más joven que yo, es obvio para mí que el problema no ha desaparecido. Menos mal que existe Google, ¡pero me inquieta que tengamos que usar Google cada cinco minutos para compensar las carencias de un sistema educativo defectuoso!
Para empezar, es que los propios profesores tienen que saber explicar cuál es la aplicación práctica de lo que están enseñando, en caso de que los estudiantes pregunten. Si la respuesta es "tienen que aprender esto para poder pasar el examen", entonces 1) el profesor está mal capacitado y hay que corregir eso o 2) la información realmente no le servirá de nada en el futuro al alumno, en cuyo caso no estaría mal sustituirla por algo que sí tuviera alguna utilidad.
Por ejemplo: en las clases de física nos obligaban a calcular repetidamente movimientos de objetos con formas geométricas en un entorno sin rozamiento. Dejando incluso de lado que yo había elegido la orientación de medicina para los dos últimos años del bachillerato, dichos cálculos ¡ni siquiera aplican a situaciones bajo la atmósfera de este planeta! (me explico: los entornos sin rozamiento sólo existen en el espacio exterior o los laboratorios avanzados de física). ¿Nos vieron cara de astronautas o qué? (bueno, algunos alumnos sí vivían en la Luna, metafóricamente hablando, pero yo sí prestaba atención en clase). A ver, ¿y si en lugar de eso nos hubieran enseñado más sobre las fuerzas que intervienen en una colisión, lo cual es de suma importancia en medicina humana o veterinaria debido a los accidentes domésticos o de tránsito? ¿Explotando cosas de vez en cuando en un laboratorio, de paso, como hacían en el programa Mythbusters?
Otro ejemplo: matemáticas en sexto año (todavía en orientación de medicina), las cuales consistieron en resolver hasta el cansancio ecuaciones de segundo y tercer grado (con sus respectivas y estúpidas derivadas, cuyo propósito no ha sabido explicarme nadie todavía). ¿Aplicación para eso en medicina humana o veterinaria? ¡Ninguna! Matemáticas que sí hacen falta en dichas profesiones: estadística, contabilidad (para mantener un consultorio) y... simples reglas de tres. Por no hablar de un poco de costura (útil para la ropa y también para las heridas).
La enseñanza del idioma español es un desastre ahora mismo (basta con echar un vistazo a las redes sociales para ver aberraciones como "aver" en lugar de "haber" o "lla" en lugar de "ya"), y las clases de literatura no ayudan mucho en el sentido de que los textos elegidos más bien asesinan el interés de los alumnos por la lectura en lugar de fomentarlo. (Lo siento, es que me parece más urgente fomentar el gusto por la lectura que enseñar a los alumnos la importancia de tal o cual aburridísima obra para la literatura de tal o cual siglo.)
La verdad, no entiendo qué estaban pensando quienes formularon los programas de música en mi adolescencia. A casi todos nos gusta la música, ¿verdad?, pero les juro que fue la asignatura más idiota de todas las que tuve que cursar. Casi no aprendimos nada sobre cómo interpretar una partitura. No aprendimos a tocar instrumentos. No aprendimos nada sobre historia de la música, compositores famosos ¡ni géneros musicales! Menuda cantidad de horas perdidas. Ojalá hubiéramos tenido YouTube para educarnos mejor sobre ese tema.
Astronomía me pareció potable, pero en la actualidad sería genial que explicaran cómo afectan las tormentas solares a las telecomunicaciones y cómo podrían evolucionar la minería de asteroides o la captura de energía solar directamente en el espacio. Y a ver, ¿CÓMO ES POSIBLE QUE HAYA GENTE HOY EN DÍA CREYENDO QUE LA TIERRA ES PLANA? ¡MECACHIS!
Educación física estaría bien si enseñara a los alumnos a mantener sus respectivos cuerpos en buen estado, en lugar de enchufarles a la fuerza actividades y deportes que no serán del gusto de la mayoría (mi experiencia).
Habría que integrar de alguna manera historia y geografía, y los profesores deberían enseñar cuánta importancia tienen para la actualidad todas esas cosas (ya que el pasado influyó sobre el presente y lo que pase hoy determinará el futuro). Vamos, que no sirve de nada obligar a memorizar fechas y accidentes geográficos si luego los alumnos no tienen ni p*ta idea de lo que fue y es cada país, o de cuánto influye la geografía en cuestiones sociopolíticas. ¡Invasiones motivadas por recursos naturales! ¡Volcanes que causan hambrunas globales o que determinan quién gana una guerra! ¡Culturas enteras modeladas por los diversos factores climáticos! Todo eso es súper interesante, ¡con más intrigas palaciegas y asesinatos que Juego de tronos!, pero quienes diseñan los programas educativos insisten en formularlo de la manera más aburrida posible. ¡Buuuuuuuuuu!
Supongo que se entiende la idea. Y de verdad, de verdad habría que añadir lo siguiente a los programas de secundaria:
nutrición y preparación de alimentos
primeros auxilios
química de los productos del hogar y la salud (1)
algo de microbiología e inmunología (2)
reparaciones domésticas básicas
más inglés y algo de lenguaje de señas (3)
cómo usar Internet para resolver problemas
1. Así la población sabrá, como mínimo, que mezclar hipoclorito de sodio con amoníaco produce gases tóxicos. (Y si no lo sabían, pos ahora lo saben. ¡No mezclen esos desinfectantes, gente! Y puestos en ello, ¡no es lo mismo el hipoclorito de sodio que el cloro que se usa en las piscinas!)
2. Para que el público en general aprenda a diferenciar entre microbios patógenos y no patógenos y se acabe por fin la estúpida moda antivacunas.
3. Lo del lenguaje de señas no sólo serviría para entendernos con las personas naturalmente sordas, sino también para lidiar con la pérdida de audición en la vejez. Al precio que están los buenos audífonos...
En fin, ¿están de acuerdo con mi reflexión? ¿Se les ocurre algo más que habría que cambiar para mejorar las cosas? Soy toda oídos :-)
G. E.
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