Como puse al final de mi artículo sobre los problemas que tuve con Windows 10 (específicamente, con su estúpida manía de descargar actualiz...

DE WINDOWS 10 A LINUX MINT

Como puse al final de mi artículo sobre los problemas que tuve con Windows 10 (específicamente, con su estúpida manía de descargar actualizaciones y otros paquetes de datos sin mi consentimiento o previo aviso), decidí borrar por completo ese sistema operativo de mi computadora nueva y pasarme a Linux. Ahora bien, ¿cómo fue el proceso? Lo pondré aquí por si alguien más está interesado en hacer lo mismo, por las razones que sea.

PRIMER PASO: PREGUNTAR A GENTE QUE YA USA LINUX

Es que las redes sociales sirven para más cosas que comentar Juego de tronos y compartir fotos de gatitos :-) Buscando en Google me enteré de que Linux tiene una enorme cantidad de versiones, o sea, "distribuciones" o "distros", así que me fui derechita a Facebook a preguntar cuál me convenía instalar a fin de hacer la transición lo menos traumática engorrosa posible. Si había algo de lo que NO tenía ganas era de pasar demasiado tiempo aprendiendo a hacer tareas básicas de manera radicalmente distinta.

En fin, dos de mis muy amables y considerados amigos me recomendaron instalar Ubuntu o Linux Mint. Antes de todo este rollo yo ya sabía que se podía grabar cualquier distro de Linux en un pendrive y cargarla en una computadora sin instalar nada (pasando temporalmente por encima de Windows), así que busqué la página web de Linux Mint (https://linuxmint.com/download.php) y elegí la distro correspondiente para mi sistema de 64 bits.

SEGUNDO PASO: ¡LEER EL MANUAL DE INSTRUCCIONES!

Bien, la cosa no era tan fácil como grabar el sistema operativo en un pendrive y ya. Había todo un procedimiento a seguir:

1) Descargar la distro (directamente o por BitTorrent).
2) Asegurarse de que la distro se descargó sin errores.
3) Usar un programita gratuito (Etcher Portable) para grabar el archivo ISO como una imagen en el pendrive.

En caso de descargar la distro directamente, conviene hacerlo con un administrador de descargas para evitar que el archivo se dañe en caso de interrupciones. Mi conexión a Internet es de fibra óptica, bastante rápida, y aun así la descarga se me cortó a los dos tercios. Tuve la suerte de que Firefox la retomara sin problemas, pero si hay una próxima vez, definitivamente instalaré primero un administrador de descargas. Bajé la distro desde un servidor ubicado en una universidad de Brasil.

El paso dos fue un poquitín más complicado, puesto que la explicación del manual no era muy detallada (al menos para mí, una completa novata en el tema). Para verificar la integridad del archivo ISO había que comparar su file checksum (traducción aproximada: suma de verificación de archivo) con la de un registro en un archivo de texto descargable desde el mismo servidor del que se obtuvo el archivo ISO. Este registro consistía en una extraña línea de código con letras y números. ¿Qué qué qué?

Bien, googleando un poco más, encontré un servicio en línea que sirve para tal propósito: http://onlinemd5.com/. Uno le señala el archivo ISO que debe analizar, el sitio hace su trabajo, y a los pocos minutos larga el código que corresponde al tamaño del archivo analizado. Entonces, en una casilla más abajo, uno pega el código del archivo de texto bajado del servidor y pide que se haga la comparación (si la descarga salió bien, ambos códigos ya se verán idénticos a primera vista, pero bueno, tiene que aparecer el simbolito de aprobación).


¡Mi descarga había salido bien a pesar de la interrupción!

Grabar el archivo ISO como imagen en un pendrive fue más fácil: bajé el programita, lo abrí (no necesita instalación) y le pedí que efectuara dicha tarea. Segundos después ya tenía Linux Mint en el pendrive, listo para ser usado :-)

TERCER PASO: PROBAR EL SISTEMA OPERATIVO SIN INSTALARLO

Esto requería ir al panel de control de Windows 10, buscar la opción RESTAURAR SISTEMA y pedirle que reiniciara la PC desde la unidad USB. Facilito.

Y así fue como entré a Linux Mint (Cinnamon).


El escritorio no era muy diferente al de Windows 10: barra de tareas (Panel) con un botón similar al de Inicio (Menú), el icono de la PC (Equipo) y el icono de la carpeta para archivos propios, similar a Mis documentos (Carpeta personal). Al ser una prueba, por el momento todo estaba en inglés, pero yo me manejo súper bien con el inglés, así que no problem.

Como nada de lo que hiciera iba a ser permanente, estuve toqueteando cosas aquí y allá, viendo si funcionaba todo mi hardware (impresora, tableta de dibujo, tarjeta de sonido, grabadora de DVD y etc.). No hubo conflictos por ninguna parte. Conectar a Internet fue un poquito más complicado (tuve que eliminar la conexión de red local para que funcionara la de ADSL, ya que ambas usan el mismo puerto), pero también lo conseguí.

Dado que había leído el manual de instrucciones (lo sé, soy una persona rara que acostumbra leer los manuales), ya me había familiarizado un poquito con dos particularidades de Linux:

1) el gestor de software
2) la terminal

El gestor de software es una herramienta de administración. Uno hace clic en el botoncito en el Menú y aparece una pantalla que da acceso a todos los programas gratuitos disponibles para Linux Mint, incluyendo estos que yo ya usaba en Windows 10: Firefox, Thunderbird, Calibre, Inkscape, Krita, GIMP y MyPaint. Para instalar cualquier programa desde el gestor de software basta con seleccionarlo y oprimir el botón Instalar. Se pueden buscar los programas por categorías o por nombre. Súper fácil y directo.


Lo de la terminal es un poquito más enrollado. Consiste en una ventana estilo DOS en la que uno escribe comandos directamente. Para quienes no sepan qué carajo es DOS, bueno, se parece un poco a las ventanas con fondo negro que usan los hackers en las series de TV. No hace falta escribir todo a mano, se pueden copiar y pegar los comandos. Volveré a eso en un rato.

En fin, tras un par de días de pruebas ya estaba bastante conforme con el sistema operativo como para instalarlo definitivamente, así que pasé al...

CUARTO PASO: INSTALACIÓN

Tenía dos opciones: instalar Linux Mint como sistema operativo único, borrando Windows 10 y todo lo demás en el disco duro (yo ya había hecho copias de seguridad en mi disco duro portátil), o instalar Linux Mint junto con Windows 10 a fin de alternar sistemas operativos. Lo segundo tiene una razón de ser: hay programas diseñados exclusivamente para Windows que NO funcionan bien con Linux, sobre todo los juegos. Hay otros programas para Windows (como Photoshop) que sí se pueden hacer funcionar en Linux mediante un software llamado Wine. No, no tiene nada que ver con el vino, es un acrónimo :-D

De hecho, yo usaba/uso dos programas que no tienen un buen equivalente en Linux: Ultra Fractal y PhotoScape. El primero sirve para crear fractales, el segundo me sirve para diseñar portadas y crear GIFs animados (podía prescindir de la primera función gracias a Inkscape, pero no de la segunda). La página web de Wine tiene una base de datos donde figuran todos los programas que han sido probados dentro de Linux (https://appdb.winehq.org/), y los míos estaban ahí con buena calificación (si pone Platinum o Gold, es que marchan bien; por debajo de eso funcionan con problemas, funcionan mal o no funcionan en absoluto).

Podía despedirme sin problemas de MS Office. Linux Mint viene con LibreOffice precargado, y por lo que había estado mirando, no echaría de menos casi ninguna función. Encima, justo el antivirus que había instalado en Windows 10 era el que mejores resultados ha dado en Linux (ESET NOD32), y yo ya tenía la licencia pagada hasta diciembre de 2019. ¡Yay!

Entré a Linux Mint una última vez como invitada, conecté a Internet y le di el visto bueno a la instalación como sistema operativo único, borrando todo el disco duro (¡adiós, Windows 10!). El proceso fue sencillo: tuve que configurar algunas cosas como el idioma, el teclado y la región geográfica, establecer una contraseña para el sistema (Linux Mint es bastante estricto con la seguridad), y esperar un ratito a que el instalador hiciera su trabajo. Por último, reinicié la computadora.

QUINTO PASO: PERSONALIZAR EL SISTEMA OPERATIVO Y MUDAR MIS ARCHIVOS

Me alegró encontrar en Linux Mint unas cuantas opciones de personalización que ya no estaban presentes en Windows 10 (no sé por qué las quitaron, eran necesarias). Sobre todo ésta: ¡poder cambiar el tamaño de la letra en las ventanas! Es que, en serio, mi vista es buena, pero si las pantallas van a ser cada vez más grandes, lo cual demanda sentarse a cierta distancia de ellas, más vale tener la opción de agrandar la letra. ¡Ni ganas que tengo de inclinarme hacia la pantalla o usar un telescopio para leer letras diminutas!

Encima, no había tantas ventanas con fondo blanco. El fondo blanco es como mirar al sol. Cansa horrores después de varias horas de trabajo, por muchos descansos que una se tome (conste que para los sitios de Internet donde el fondo blanco es inevitable, como Facebook, me pongo unas gafas ligeramente ahumadas). Las pantallas de LibreOffice Writer y el editor de texto simple se pueden configurar para que tengan fondo gris, además.

Bien, después de personalizar el sistema operativo, mi escritorio se ve así:


Instalé una aplicación llamada Variety que cambia el fondo de pantalla cada pocos minutos, así no me aburro :-D Se pueden elegir carpetas locales y/o pedir a la aplicación que baje fondos desde sitios diversos, incluyendo la NASA y Unsplash.

SEXTO PASO: INSTALAR LOS PROGRAMAS FALTANTES

Linux Mint ya instala de buenas a primeras un conjunto de programas, incluyendo LibreOffice, GIMP, Thunderbird y Firefox, pero me hacían falta algunos más, de modo que poco a poco los he ido instalando con el gestor de software o desde sus respectivas páginas web. La instalación de programas fuera del gestor de software puede funcionar como en Windows, en el sentido que sólo hacen falta unos pocos clics después de descargar un archivo, pero otros requieren un poquito más de trabajo o el uso de la terminal. No he tenido problemas, sin embargo, dado que uno puede mirar en los foros y por algún lado se encuentran las instrucciones. Basta con copiar las líneas de comando correspondientes, pegarlas en la ventana de la terminal y presionar Intro. Es posible que la terminal demande la contraseña que uno estableció durante la instalación; en tal caso, hay que escribirla y presionar Intro una vez más (la contraseña no aparece en la pantalla, ni siquiera como asteriscos, pero funciona).

Ahora mismo estoy usando un programa que, de hecho, funciona solamente desde la terminal: el medidor de tráfico de Internet (dado que tengo un plan con tráfico limitado y me sale caro pasarme). Entro a la terminal, escribo "vnstat", y de pronto aparecen un montón de números que me indican el consumo de datos del mes y el día. Ya me he acostumbrado a eso.

El antivirus tuve que reinstalarlo de nuevo desde su archivo de instalación para Linux, con extensión LINUX en lugar de EXE, pero el proceso no fue muy diferente a lo que se hace en Windows (clics y más clics, y por último ingresar mi clave de licencia). Para los programas que funcionan con Wine, hay que hacer clic con el botón secundario sobre el archivo EXE y luego clic en Abrir con / Wine Cargador de programas de Windows. De nuevo, clics y más clics.

El administrador de actualizaciones funciona como funcionaban las actualizaciones antes de Windows 10: muestra las actualizaciones nuevas (junto con su tamaño y descripción) y da la opción de descargarlas cuando uno quiera o no descargarlas en absoluto. Como este sistema al parecer no da ningún problema, hasta ahora he aceptado todas actualizaciones menos la de una función que no uso y que, según la descripción, podía ser algo riesgosa en caso de tener bugs.

CONCLUSIÓN

Hasta ahora todo va bien, y ya no tengo que preocuparme por lo que Windows 10 haga o no haga a mis espaldas en cuanto a actualizaciones forzadas o descargas de datos a lo bestia (y sin ningún propósito aparente, además). Las amenazas de seguridad serán menos que antes, hay programas compatibles con Linux para todas las tareas que hago en la PC, y ya he entendido cómo funciona el sistema operativo (para mi condición de usuaria promedio). Lo mejor es saber que tampoco tendré que preocuparme en el futuro por cualquier otra burrada que a Microsoft se le ocurra hacer con Windows.

¡¡ME SIENTO LIBREEEEEEEEEEEE!! :-D

En caso de que ustedes también se harten de Windows y no puedan pagar una Mac, sepan que Linux es una buena alternativa en este momento, y no cuesta tanto hacer la transición. Y en cuanto al precio... ¡no cuesta NADA!

G. E.

PD: Que te den otra vez, Microsoft.

PPD: El sistema operativo y los programas que funcionan en Linux son gratuitos, pero sus creadores agradecen la donaciones. O sea, ¡compren mis libros para que yo pueda a mi vez colaborar con toda esa gente! :-D (también me gusta donar a Wikipedia y los refugios de animales).

Artículo relacionado: LINUX MINT VERSUS WINDOWS 10.

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Hace dos años, Cuernito, Donald y yo celebramos la Oktoberfest bañándonos en un arroyo de cerveza . Fue tan divertido que este año decidimos...

LAS BRUJAS CERVECERAS

Hace dos años, Cuernito, Donald y yo celebramos la Oktoberfest bañándonos en un arroyo de cerveza. Fue tan divertido que este año decidimos repetir el experimento... pero en un bosque europeo en lugar de un terreno baldío local.

Volamos hasta ahí (después de ponerme yo una chaqueta y unas buenas botas de excursión), buscamos un claro bien bonito con laguna, patos y hojas de otoño en el piso, y despejamos un círculo para encender una fogata y asar salchichas (salchichas asadas + cerveza + música + dragón y unicornio = fiestota).

El plan iba saliendo a la perfección... hasta que me perdí.

No se me puede culpar por ello, la verdad. Estaba desenvolviendo las salchichas y el pan y de pronto vi que algo se movía entre los árboles: una figura de color pardo con manchitas blancas; ¡un gamo!

Nunca antes había visto un gamo en la vida real, solamente en mi vieja enciclopedia de animales. ¡Y me parecieron tan bonitoooos! Como versiones grandes de Bambi (aunque técnicamente Bambi es un ciervo de cola blanca americano).

Me acerqué al gamo para verlo mejor. El bicho se apartó pero sin correr. Me acerqué un poco más, luego otro poco más... y de pronto estaba yo muy lejos de Donald y Cuernito, en medio del bosque y sin una brújula en la mano.

—Bien hecho, Gissel —me dije—. Como si no hubieras leído un montón de novelas donde alguien se pierde en un bosque con una facilidad pasmosa... y luego termina devorado por un oso o asesinado por un asesino psicópata. —Sí, me gusta leer ese tipo de historias, no le veo nada de raro.

Estuve a punto de llamar a Donald a gritos para que viniera a rescatarme. Luego se me ocurrió que eso sería bastante vergonzoso, de modo que grité algo distinto:

—¡Eh, chicos, vengan a ver esto, es maravilloso!

Busqué a toda prisa algo maravilloso que señalar, a fin de no quedar como una idiota cuando Donald y Cuernito me hallaran por fin.

No vi nada maravilloso... pero sí escuché unos cánticos que provenían desde más adelante, donde los árboles estaban tan pegados y eran tan frondosos que parecía de noche bajo ellos. Fui hacia allá... y esto es lo que encontré:


Vanilla planifolia —canturreó la primera bruja.

Cinnamomum verum —canturreó la segunda.

Psilocybe cubensis —canturreó la tercera mirando en todas direcciones con una sonrisa de atontada felicidad.

Bueno, aquello no tenía nada de raro para las aventuras que suelo experimentar con mi dragón y mi unicornio, y como las brujas no se veían particularmente amenazadoras, me acerqué a ellas saludando con una mano.

—¡Feliz Oktoberfest! —dije. Parecía lo más apropiado... dado que el contenido del caldero olía sospechosamente a cerveza.

Las dos primeras brujas me miraron con algo de suspicacia, pero la tercera sonrió aún más y extendió los brazos.

—¡Una hobbit a la que también le gusta la Oktoberfest! —exclamó ella—. ¡Abrazoooooo!

Le devolví el abrazo a la bruja. Total, no es la primera vez que alguien me confunde con una hobbit.

—No has venido a gorronear nuestra cerveza, ¿verdad? —me espetó la primera bruja, quien se parecía un poco a las ilustraciones de Yaya Ceravieja (un personaje de Terry Pratchett).

La segunda bruja (quien se parecía a Tata Ogg, otro personaje de Terry Pratchett) le dio un codazo.

—No seas maleducada o la hobbit va a pensar que en este país no somos hospitalarios, por no hablar de que estamos en plena Oktoberfest. —La bruja se volvió hacia mí—. Acércate, querida. ¿Qué haces tú solita en este bosque?

—Vine con dos amigos, en realidad, pero me despisté a lo bobo y me perdí. Esa cerveza huele muy bien. ¿Es algún tipo de cerveza mágica que sirve para maleficios y cosas así?

La primera bruja me dirigió una expresión indignada, pero la segunda se echó a reír y contestó:

—No, qué va, sólo es cerveza con especias. Todavía faltan unos minutos para que esté a punto. ¿Tus amigos te están buscando? —Asentí—. Pues siéntate con nosotras hasta que te encuentren, pequeña hobbit. Por cierto, mi nombre es Belladona. Mi colega gruñona es Cicuta, y ella es Ayahuasca. —La tercera bruja me saludó agitando ambas manos al escuchar su propio nombre. Tenía una pupila más dilatada que la otra.

—Gusto en conocerlas a todas. Soy Gissel.

—¿Gissel? —dijo Cicuta mirándome de arriba abajo—. ¿Acaso eres el espectro de una desdichada que murió por un desengaño amoroso?

—Uh, no. El nombre fue cosa de mi mamá, a quien simplemente le gusta el ballet Giselle.

—¿Espectro? ¿Dónde hay un espectro? —dijo Ayahuasca mirando en todas direcciones y agitando los brazos como si estuviera rodeada de moscas invisibles. Belladona la tranquilizó con unos golpecitos en la espalda.

—No hay espectros, amiga. Anda, come unas nueces, te harán bien. —Belladona se volvió hacia mí y, haciendo pantalla con una mano a fin de que Ayahuasca no la viera, susurró—: No le hagas mucho caso. Antes era más avispada, pero le salió mal una poción que involucraba peyote y así se quedó. Iba a pasar tarde o temprano, me temo; nuestra amiga era aventurera ya desde el principio en cuanto a sus listas de ingredientes.

—Sus padres eran hippies —añadió Cicuta, y después movió la cabeza de un lado a otro como si eso explicara todo. La verdad es que explicaba bastante, de hecho :-D

La cerveza por fin estuvo lista pero Cuernito y Donald no me habían encontrado aún, de modo que empezamos a beber en su ausencia... hasta quedar bastante achispadas. Pusimos de paso algo de música de Peter Gundry, ya que, si bien estábamos celebrando la Oktoberfest, el sonido tenebroso de los violines pegaba mucho mejor con el bosque a oscuras y las brujas.

Apenas Cuernito y Donald asomaron en el claro, las tres brujas pensaron que estaban alucinando.

—Uh, nos quedó buena la cerveza —dijo Cicuta—. ¡Veo criaturas míticas de colores raros!

—¡Yo también las veo, yo también las veo! —exclamó Belladona—. ¡Hip!

Ayahuasca vació su quinta jarra de cerveza y corrió a abrazar a Donald, quien le devolvió el abrazo, si bien un tanto confundido.

—¡Oh, estas alucinaciones son tan realistas que hasta las puedes tocar! —dijo Ayahuasca—. ¡Qué escamas tan lustrosas! ¡Se sienten como si alguien las hubiera encerado!

—Pues claro —respondí—. ¡Hip! Está usted abrazando a mi dragón Donald, señora bruja. Sepa que le paso cera una vez por semana para que quede así de guapo y brillante. —Mi Donaldito parpadeó en forma coqueta.

—¡Oh, y qué suavecito es el unicornio! ¡Hip! ¡Como si estuviera cubierto de pelo de conejo bebé!

Cuernito también parpadeó en forma coqueta.

—Sí, bueno, Cuernito siempre está suavecito —respondí—. No necesita acondicionador ni nada. ¡Hip!

Cicuta y Belladona tocaron a Donald y a Cuernito con sus respectivos dedos nudosos, no muy seguras todavía de que fueran reales. Minutos después, sin embargo, mi dragón y mi unicornio se habían sumado a la fiesta, bebiendo cerveza y bailando con las brujas al ritmo de la música tenebrosa.

Entonces YO empecé a ver cosas raras. Seres con los rasgos combinados de mi dragón y mi unicornio, tan coloridos como si hubieran pasado antes por un desfile del orgullo LGTB+.


—¡¡CERVEZA PARA TODOS!! —exclamé.

—¡¡YAY!! —coreó todo el mundo, incluyendo los dragones y unicornios híbridos extraordinariamente coloridos.

¡Así da gusto celebrar la Oktoberfest! :-) ¡Hip! ¡Salú!

G. E.

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He notado que muchas personas no entienden a los gatos. Sobre todo los propietarios de perros que nunca en su vida han tenido que lidiar con...

EXPLICANDO A LOS GATETES

He notado que muchas personas no entienden a los gatos. Sobre todo los propietarios de perros que nunca en su vida han tenido que lidiar con un felino. En defensa de todas esas personas diré que en parte tienen razón: los gatos pueden ser algo desconcertantes a veces, pero a quienes sí estamos familiarizados con sus particularidades nos parecen unas criaturas absolutamente maravillosas.

¿Cómo empezar a entender a los gatetes? En respuesta a esa pregunta (partiendo de mi experiencia como propietaria de gatos y amiga de gatos ajenos), hete aquí una guía simple para llevarse bien con ellos :-)

OLVIDA TODO LO QUE SABES SOBRE LOS PERROS

Como dice la última canción del famoso musical Cats, un gato no es un perro. Suena obvio, pero no lo es. Mucha gente extrapola a los gatos el enfoque para trabar amistad con un perro, ignorando un par de datos esenciales: a diferencia del perro, el gato es un animal solitario y PRUDENTE.

Los perros sociables van por la vida olisqueando a todo el mundo con actitud de "¿quieres ser mi amigo, quieres ser mi amigo, quieres ser mi amigo?", y apenas uno les presta un poquito de atención, memorizan tu olor y están dispuestos a tratarte como un miembro más de su jauría.

Los gatos muy sociables no hacen esto. Mucho menos los gatos poco o nada sociables. Como los gatos son solitarios en la naturaleza, y la domesticación no ha cambiado mucho su comportamiento, el gato NO NECESITA ser parte de un grupo. Entonces, mientras que el perro va por ahí trabando amistad con otras personas y perros, el gato pasa de la gente extraña a menos que dicha gente a) demuestre que no es una amenaza para su seguridad y b) haga algo para caerle bien.

Voy a observarte desde una distancia prudencial hasta asegurarme de que eres una criatura civilizada.

Yo ya he decidido que eres una criatura civilizada, pero no pienso darte bola hasta que me veneres un poco. Tal vez con un plato de atún.

Alimentar al gato no es obligatorio para ganar su amistad (a la mayoría les basta con unos mimos), pero puede ser necesario como primer paso cuando se trata de un gato muy, muy arisco. La comida da a entender al bicho que uno está ahí para proveer, no para arrebatar; recuerden que en la naturaleza es muy común que los depredadores se roben las presas unos a otros.

¿Cómo hacer para no espantar al gato? Básicamente hay que plantarse a cierta distancia del mismo (entre tres y cinco metros) y llamarlo con voz normal o baja, sin hacer movimientos bruscos. Si el gato no viene, NO HAY QUE SEGUIRLO. Si el gato huye a su refugio, TAMPOCO HAY QUE SEGUIRLO. Pueden hacer falta dos o tres sesiones de interacción, incluso en días distintos, para ganarse la confianza del minino.

EL PRIMER CONTACTO

Sí, es válido pretender que el gato es una criatura alienígena y que por lo tanto hace falta cierta cautela a la hora de tocarlo :-D Para empezar, el gato está ARMADO: diez garras afiladas en las patas delanteras y un hermoso juego de dientes.


En serio, hay perros grandes y fuertes que no se atreven a molestar a un gato. Al ser cauteloso, lo primero que hace un gato es huir, pero si tiene que plantar cara, pues planta cara y se defiende.

Si el gato ha decidido acercarse a uno, hay que quedarse quieto y dejar que el bicho EXPLORE primero. No les molesta el olor a perro. Se vale extender la mano y dejar que el gato la examine, como si estuviera saludando con la nariz a otro individuo de su propia especie.

Ahora, ¿cómo les gusta a los gatos que los acaricien? La cuestión es así: hay zonas seguras, otras que el animal sólo se dejará tocar por personas en las que confíe, y otras que en general no les gusta que les toquen, punto.

La zona más segura es la cabeza: la frente y el espacio entre las orejas. Después de eso el gato permitirá que le toquen las mejillas y la garganta. Hay una razón por la que el gato restriega sus mejillas contra las personas y objetos: tiene unas glándulas ahí que le sirven para marcar territorio. O sea, si uno empieza a acariciar un gato y el gato restriega las mejillas contra uno, el bicho está declarando algo así como "este humano me cae bien, así que ahora es mío".

La siguiente zona segura es el lomo hasta donde empieza la cola. Curiosamente, conocí un gato que sólo permitía que le tocaran la cabeza, pero fue una excepción memorable.

Zonas que no hay que tocar a menos que el gato confíe en uno: el pecho y la barriga. Mi gato anterior demoró unos cuantos años en permitir que le acariciara la barriga, y mi gato actual me ataca cuando lo intento. Hay que respetar eso, son límites personales.

Y por último, las patas y la cola suelen ser un gran NO NO.

EL LENGUAJE CORPORAL DEL GATO

Los gatos se expresan muy claramente a través del lenguaje corporal, pero casi siempre en forma sutil. O sea, hay que aprender a leerlos.

Cuando uno se encuentra por primera vez con un gato, el bicho puede reaccionar de tres maneras:

1) Miedo. El gato se pondrá tenso, con los ojos muy abiertos, y escapará a la menor oportunidad.

2) Curiosidad. El bicho mantendrá la distancia y esperará a que mostremos nuestras intenciones. Lenguaje corporal en este caso: mirada atenta pero no atemorizada, cola en alto, cuerpo relajado.

3) Indiferencia. Suele ser lo más común, sobre todo si el bicho se encuentra en un lugar seguro, como detrás de una reja. Mirará a las personas con cara de "me importas un pito" y seguirá en lo suyo. Si uno lo llama repetidamente y el gato nunca viene, hay que dejarlo así. Es un bicho antisocial, punto.

Es muy raro que el gato reaccione con pánico ante una persona. Esta reacción más bien la reservan para los perros: orejas hacia atrás, vientre pegado al suelo, pelos del lomo y la cola erizados (todo esto antes de escapar corriendo hacia el refugio más cercano). No conviene tocar a un gato en pánico (incluso si es de uno); hay que esperar a que se tranquilice.

Una vez que hemos conseguido trabar amistad con un gato, hay otras posturas que no está de más conocer.

1) Gato contento de ver a la persona: vendrá hacia uno con la cola en alto y permitirá que la persona lo toque; habrá mucho ronroneo.

2) Gato cómodo en un ambiente: se sentará tranquilo con las patas bajo el cuerpo y mirará en derredor con aparente interés; también es común que aproveche para asearse.

3) Gato en actitud de juego/cacería: saltará sobre cualquier cosa que se mueva, después de haberla acechado con la panza pegada al cuerpo y agitando la cola de un lado a otro.

Mmmmmm, esa paloma parece apetitosa. O como mínimo torturable.

4) Gato que empieza a sentirse incómodo después de una sesión de mimos: estando cómodo es normal que mueva solamente la punta de la cola; cuando se ha cansado de que lo toquen, dejará de ronronear y moverá la cola entera repetidamente en forma brusca (en este momento conviene dejar en paz al minino).

5) Gato durmiendo panza arriba (sobre todo bajo el sol): ¡es la máxima actitud felina de felicidad! (no hay que molestarlo cuando está así, es de mala educación).

6) Gato que se aísla y permanece acurrucado con la cabeza inclinada, las patas delanteras bajo el cuerpo y los ojos cerrados: es posible que esté enfermo, en cuyo caso hay que llevarlo al veterinario (nota: los gatos son animales muy resistentes y no suelen mostrar dolor a menos que se sientan realmente mal; a menudo pasa que cuando el gato exhibe síntomas de enfermedad, ya es demasiado tarde para curarlo).

Eeehhh... no tengo idea de qué significa esta postura. ¿Que el gato está feliz viendo vídeos de gatos en Animal Planet?

LA MALA FAMA INJUSTIFICADA DEL GATO

"Los gatos son huraños y egoístas", bah. NO ES VERDAD. ¡Justamente mi característica favorita de los gatos es que son AFECTUOSOS! No al estilo ruidoso y agobiante de los perros, claro; el gato es cariñoso de manera tranquila y a menudo sutil. Un gato puede pedir mimos insistentemente con roces y maullidos, o conformarse con estar en la misma habitación que uno. Cuando un gato le ha tomado cariño a alguien, se aproximará sin necesidad de llamarlo, e incluso demostrará que está feliz de ver a la persona en cuestión. Algunas de mis amistades gatunas en el vecindario han durado años. Jamás hubo comida de por medio, además. A los gatos domésticos simplemente les gustan los humanos que los tratan bien.

Mi gato Osito necesita estar conmigo. Todas las mañanas espera junto a mi cama, y se asoma y me llama apenas nota que he despertado (aun teniendo comida en su plato). Me sigue de un lado a otro. Me pide que juegue con él aunque haya cucarachas para cazar en el fondo de mi casa. Viene a saludarme cuando vuelvo de alguna parte. O sea, se comporta casi de la misma manera que un perro pero con maullidos y ronroneos en lugar de ladridos.

En cierta forma, el amor del gato es más auténtico que el del perro, dado que se trata de un animal solitario. El perro está programado para buscar una jauría; el gato está programado para valérselas por sí mismo... y aun así establece lazos con las personas. Eso sí: hay que ganarse su afecto, pues no lo otorgará a ciegas (lo cual es muy sabio, si me lo preguntan).

En cuanto a la reproducción, las gatas son unas madres estupendas, aunque hay gatos machos que no dudan en cuidar a su pareja y sus gatitos como si se tratara de una familia de tigres.

LA COMIDA, EL JUEGO Y LA SIESTA

Salvo casos aislados, los gatos no son tragones. Apenas se dan cuenta de que no les faltará la comida, o de que nadie vendrá a robársela, darán bola a su plato solamente cuando tengan hambre. A algunos gatos les gusta pillar cosas por diversión, sin embargo, de modo que suele ser mala idea distraerse en la cocina cuando hay carne o pescado al alcance del minino.

El gato es un depredador. En la naturaleza caza roedores y pájaros para comer; en un ambiente doméstico es probable que siga haciendo estas cosas, pero ya no para vivir sino para calmar sus instintos. Como la mayoría de los propietarios de gatos no tenemos graneros susceptibles de ser atacados por ratas y ratones, nos toca jugar con nuestros mininos a fin de que no salgan a liquidar pajaritos. (Mi gato Osito atrapó un colibrí hace tiempo y lo hizo trizas dentro de mi casa. No fue nada agradable. También destruye todas las cucarachas, lo cual sí me viene bien.) Una señal bien clara de que el gato quiere jugar: saltará a las piernas de uno como si uno fuera una gacela :-D

¡Jugueteeeeeeeee!

¡Jugueteeeeeeeee!

En cuanto a la siesta, bueno, todos lo felinos son dormilones. Los gatos suelen tomar varias siestas al día, preferentemente bajo el sol en verano, junto a una estufa en invierno, o sobre las personas de su agrado. Les gusta tener más de un sitio para dormir, preferentemente donde nadie los moleste. Pueden ser lugares insólitos, además, como macetas, tazones, ramas de árbol o el lomo del perro grande que vive en su misma casa (nota: los gatos y los perros pueden aprender a convivir, y en general será el minino quien domine la relación, ya que los gatos son más asertivos que los perros).

Dormiré una siesta aquí apenas encuentre una posición lo bastante cómoda.

Gato sesteando. No perturbar salvo en caso de terremoto, incendio o inundación. Y quizás ni siquiera entonces.

Gato: Hola, amigo. Te quiero. Y estás calentito, así que más tarde dormiré una siesta sobre ti.

¿Algo más? Oh, sí: LOS GATOS SUELTAN MILLONES DE PELOS ¡Malo para mí, que suelo acariciar gatos de todos colores cuando llevo ropa negra!


Oh, al diablo, es un precio pequeño por tanto amor felino :-)

G. E.

Artículo relacionado: EXCENTRICIDADES GATUNAS NORMALITAS.

VÍNCULOS DE LAS IMÁGENES EN PIXABAY
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Existe un dicho popular que me encanta: "Si no está roto, no lo arregles." Me pregunto si los programadores de Microsoft lo habr...

¡ESTÚPIDO WINDOWS 10 CHUPADATOS!

Existe un dicho popular que me encanta: "Si no está roto, no lo arregles."

Me pregunto si los programadores de Microsoft lo habrán escuchado alguna vez. Pero si lo escucharon... ¡es evidente que no les da la puñetera gana de hacerle caso!

Antes de que me pregunten a cuál inconveniente técnico de Windows me estoy refiriendo (porque suele haber muchos), empezaré diciendo que acabo de cambiar la PC. No tuve más remedio: la pobre ya estaba muy viejita y el disco duro se estaba bloqueando a menudo, ya fuera al encender la computadora o en medio de alguna tarea. Encima, el sistema operativo y varios componentes del
hardware estaban obsoletos. En fin, no me puedo quejar. La PC aguantó bastante y no me dio ningún problema durante tantos años de uso.

Por lo que estoy viendo, Windows 10 tiene algunas cosas mejores y otras peores que los sistemas operativos anteriores. En serio, no entiendo cuál era la necesidad de cambiar todo de lugar, y esconder funciones esenciales de tal manera que ahora me toma varios clics más hacer exactamente las mismas tareas. Qué ganas de romper las pelot...

En fin, decidí tomarme la cosa con calma... hasta que descubrí, de la peor manera, la mayor desventaja de Windows 10: ¡¡LAS %#$ARGH!$%#CARAJ$%! ACTUALIZACIONES FORZADAS Y VAMPIRESCAS DEL SISTEMA OPERATIVO!!

Ya había asumido que tendría que actualizar la computadora nueva. Incluso me resigné a que se chupara casi todo lo que restaba de mi plan de datos hasta fin de mes. Sin embargo, una vez actualizado el sistema operativo, había un proceso de Windows 10 que no dejaba de bajar megabytes apenas volvía a conectarme a Internet (aun a pesar de que encontré la manera de deshabilitar el servicio Windows Update). Este proceso terminó por comerse los últimos gigabytes de mi plan... y otros cuatro gigabytes adicionales (los cuales, al estar por fuera de mi plan de datos, me costaron más del doble que los gigabytes de mi plan de datos).

A estas alturas comenzaba a sentirme así con respecto a Windows 10:

¡¡MUERE, WINDOWS 10, MUEREEEEEEEEEEE!!

Encendí mi agonizante computadora vieja a fin de averiguar qué cuernos estaba pasando. Vamos, que entiendo la necesidad de mantener actualizado el sistema operativo, pero esto ya era DEMASIADO.

Me enteré así de que no era la única persona que estaba teniendo este problema... y de que no era fácil de solucionar.

Primera maniobra que no me sirvió: establecer mi conexión como limitada. El botoncito para hacer eso simplemente no figura en mi versión de Windows.

Segunda maniobra que no me sirvió: deshabilitar cualquier otra cosa relacionada a la actualización de Windows, incluyendo el orquestador de actualizaciones, el servicio de transferencia inteligente en segundo plano (BITS) y el servicio facilitador de actualizaciones de Windows 10.

Y entonces... ¡por fin encontré una solución para el problema! Estaba en una de las respuestas en Quora. (Amo Quora. Es como un paraíso donde los cerebritos podemos contestar dudas de la gente y esa gente ESCUCHA. También es un paraíso donde los cerebritos podemos aprender cosas de otros cerebritos.)

Nombre de la solución: NETLIMITER 4 PRO.

¿Qué hace este programita? Pues resulta que detecta cuáles aplicaciones están conectadas a Internet, muestra su consumo de datos y permite limitar dicho consumo de datos o incluso bloquearlo.


¡Santo remedio! Busqué en la lista el proceso de Windows que estaba chupando datos a lo loco, establecí una regla para bloquearlo y fue como ponerle una pinza hemostática a una hemorragia arterial.

El programa no es gratuito pero tampoco es caro, ¡y definitivamente vale cada dólar, por el ahorro que representa! Vamos, que no me molesta actualizar Windows 10 cada tanto, ¡pero no voy a permitir que Microsoft me robe los gigabytes que necesito para trabajar, entrar a mis redes sociales y ver algún vídeo en YouTube de vez en cuando!

¡Que te den, Microsoft! [Insertar gesto poco apropiado para una dama.]

G. E.

EDITADO EL 25/10/2018 PARA AÑADIR:

Increíblemente, el proceso svchost.exe de Windows 10 consiguió superar el bloqueo de NetLimiter, desactivando la regla de bloqueo sin mi permiso o largándome una "pantalla azul de la muerte" cada vez que volvía a establecer dicha regla (aunque fuera para limitar el tráfico, sin bloquearlo del todo). Llegué a creer que era un problema con la tarjeta de red, de modo que usé una vez más mi agonizante computadora vieja para conseguir la versión más nueva del controlador (esto no sirvió de nada, obviamente, dado que el problema no era la tarjeta de red).

Al final decidí cortar por lo sano y pasarme a Linux Mint.

¡Adiós, Windows 10! ¡No fue un placer conocerte! (Y ojalá pudiera cobrar a Microsoft el dinero que perdí entre la factura de Internet y la licencia de NetLimiter. Insertar una vez más un gesto poco apropiado para una dama.)

G. E.

Artículo relacionado: DE WINDOWS 10 A LINUS MINT.

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