Siguiendo con la muestra de lo que llamo "microbios fractales" ( pinchen en este enlace para ver el primer artículo ), hete aquí l...

MICROBIOS FRACTALES (2)

Siguiendo con la muestra de lo que llamo "microbios fractales" (pinchen en este enlace para ver el primer artículo), hete aquí las últimas veinte imágenes. Y ahora creo que me voy a hacer algunas más, ¡porque es sumamente entretenido! :-D





















G. E.

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¿Recuerdan mi artículo sobre los fractales flame ? Bueno, pues resulta que cada tanto me salen algunos que parecen una combinación entre man...

MICROBIOS FRACTALES (1)

¿Recuerdan mi artículo sobre los fractales flame? Bueno, pues resulta que cada tanto me salen algunos que parecen una combinación entre mandalas y bacterias, o incluso radiolarios. Los llamo "microbios fractales". Aquí les van los primeros veinte de la muestra (todos hechos con el programa gratuito Apophysis 2.08). ¡Ojalá les gusten! :-)





















G. E.

Artículo relacionado: MICROBIOS FRACTALES (2).

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Siguiendo el mapa que los dragoncitos de fuego le dibujaron a mi dragón en la fiesta por su sexto cumpleaños , llegamos a Inglaterra y busca...

EL DRAGÓN BRITÁNICO Y LOS LEPRECHAUNS

Siguiendo el mapa que los dragoncitos de fuego le dibujaron a mi dragón en la fiesta por su sexto cumpleaños, llegamos a Inglaterra y buscamos el sitio indicado por la primera crucecita. Esperábamos encontrar señales de algún otro dragón, pero apenas pusimos un pie en la tierra, nos encontramos cara a cara con un montón de duendecillos irlandeses furiosos.

Miré a mi Donaldito.

—Eh... ¿aterrizamos en el lugar correcto? Creo que miré bien el mapa, pero atravesamos tantas nubes por el camino...

Mi dragón se encogió de hombros. Los duendes, por otro lado, se acercaron más... esgrimiendo unas pequeñas dagas de aspecto muy, muy afilado y gruñendo en un inglés con acento irlandés tan cerrado que no entendí ni cinco palabras.

—Eh... ¡hola, chicos! —dije en mi inglés con acento americano de tanto ver películas gringas subtituladas—. ¿Alguno de ustedes sería tan amable de decirme dónde estamos?

Los duendes se miraron entre sí, algo confundidos.

—Ustedes no son de por aquí —me dijo el más pelirrojo de ellos (en serio, tenía un pelo tan rojo y brillante como luz de semáforo).

—Nop. Venimos de Uruguay.

—¿Uruguay? Algunos de nuestros primos han viajado a Uruguay alguna vez.

—A mi fiesta de Halloween de 2014, como mínimo, donde todos lo pasaron muy bien a pesar de que había cerveza en lugar de whisky. —Los duendes bajaron sus dagas y yo suspiré de alivio. Sí, mi dragón es a prueba de dagas, pero se habría generado una situación bastante incómoda. Por no hablar de un posible incidente diplomático.

—Ah. Entonces no fueron ustedes quienes robaron nuestro oro.

—No, ¿para qué querríamos oro? Ya tenemos una especie de trato comercial con unos enanos mineros más o menos amigables. ¿Quién se ha robado cuál oro de dónde?

Aquí los duendes volvieron a gruñir todos a la vez con su cerrado acento irlandés, de modo que mi Donaldito tuvo que patear el suelo a fin de hacerlos callar.

—¡... y el muy maldito se lo llevó a su cueva! —siguió gritando el duende súper pelirrojo. Después añadió un montón de palabrotas en irlandés. O sea, supongo que eran palabrotas, dado que yo sólo distingo tres o cuatro palabras en ese idioma.

—¿Quién es muy maldito? —pregunté yo.

—¡El dragón!

Bueno, por fin estábamos llegando a alguna parte. Tras escuchar por un rato las explicaciones, me enteré de cuál era el problema: a lo largo de varias semanas, un dragón británico medio patotero, onda Smaug, había ido a Irlanda a asaltar a cada leprechaun de la isla, llevándose todo su oro en un enorme saco. Y claro, como los dragones no abundan, los duendes habían visto a mi Donaldito y concluido inmediatamente que él era el culpable, de modo que pensaban atacarlo para recuperar su dichoso oro.

—¿Y ese dragón británico ladrón era del mismo color que el mío? —pregunté.

—Bueno... mmmm... en realidad no era azul celeste sino azul tirando a añil.

—Y con cuernos blancos, no dorados —añadió otro duende.

—Y ahora que lo pienso, su aliento olía un poco a té —dijo un tercer leprechaun.

Mi Donaldito movió la cabeza de un lado a otro en actitud reprobatoria. Es que es un dragón muy honrado, y en general se lleva bien con las criaturas mágicas más pequeñas. ¿Robar? Nanay. ¿Pa' qué, si él tiene un empleo en el aeropuerto y otro de medio tiempo como courier para los enanos mineros?

Y la verdad, los duendes se veían bastante desgraciados por haber perdido su oro. No por tacañería, sino porque para ellos es una cuestión cultural. Un duende irlandés sin pote de oro es como una bruja sin escoba y sin caldero, o como una princesa de Disney sin un animalito mascota.

—¡Mira, mira nuestros potes vacíos! —se quejó otro duende—. ¿De qué le sirve a un leprechaun un pote vacío?

—Bueno, yo estoy aprendiendo a hacer estofado, y la verdad es que... —dijo una vocecita por ahí.

—¡Cállate, que estás arruinando mi pataleta!

—Perdóóóóóón.

—Bueno, ya que mi Donaldito y yo estamos aquí —dije yo—, ¿qué tal si tratamos primero de resolver esto en forma pacífica? Podríamos ir a hablar con ese otro dragón, a ver si devuelve el oro por voluntad propia.

Los duendes se miraron entre sí con expresiones escépticas.

—Sí, claro —dijo ese duende tan pelirrojo que ya me estaban dando ganas de ponerme gafas de sol—. Un inglés devolviendo algo a un irlandés por la bondad de su corazón. Pfffffffffffffffffff.

—Bueno, sí, entiendo tu punto, pero que no se diga que no lo hemos intentado. ¿Dónde vive el dragón añil ese? —Los duendes señalaron en la misma dirección—. ¡De acuerdo, al rato volvemos!

Volamos y volamos sobre Inglaterra hasta hallar por fin la entrada de una cueva... donde había un enorme tapete con huellas de garras también enormes. Mi dragón lo usó para limpiar sus propias patas, y después de eso entramos juntos a la cueva.

Dentro se escuchaban gruñidos. O sea, gruñidos tarareando una canción de Elton John. Y tal como habían dicho los duendes, el aire olía a té. ¡Y a galletas!

Esto fue lo que encontramos:


Hasta aquí la cosa pintaba bien. Mi Donaldito dio unos golpes en la pared a fin de anunciarse, el otro dragón lo miró, Donald saludó con su otra garra y dijo unas cosas en su idioma de dragón. Fue la primera vez que lo escuché hablar en dragón, por cierto, dado que conmigo se comunica por lenguaje de señas. El habla dragonesca es una mezcla rara de gruñidos, chasquidos y burbujeos extraños, y supongo que sale por instinto, dado que nadie se la enseñó a mi Donaldito.

En fin, el dragón británico respondió con una parrafada bastante larga, en tono petulante. Según me tradujo Donald, sí, el dragón británico se creía con todo el derecho a robar el oro de los duendes irlandeses, así como en el pasado los ingleses habían viajado a América a llevarse el oro de las culturas precolombinas. Donald le respondió que eso ya no estaba bien visto en la actualidad, y que por lo tanto debía devolver el oro... y entonces el dragón británico arrojó a un lado su taza de té y su tazón de galletas y largó una llamarada verde que estuvo a punto de dejarme frita allí mismo (a Donald no, dado que él es a prueba de fuego). A continuación tuvo lugar una pelea bastante épica: dos dragones revolcándose sobre monedas de oro al estilo de las luchadoras en el barro.

Mi Donaldito perdió. El dragón británico simplemente era más grande y tenía más práctica abusando de otras criaturas. Donald escapó por un pelo de un zarpazo devastador, me levantó en vilo y ambos salimos de la cueva a toda velocidad. Mejor un "aquí corrió" que un "aquí cayó", como dicen por ahí :-P

Regresamos con los duendes y explicamos la situación.

—Me da que esto va a requerir un trabajo en equipo —dije a los duendes—. A ver, ¿no se supone que ustedes tienen magia?

—Pues sí, pero el dragón ese es muy grande y resistente. La magia rebota en sus escamas.

Un leprechaun ancianito adoptó un aire pensativo.

—Ahora que lo pienso —dijo—, hay un viejo hechizo que podría servirnos... pero necesitamos escamas, polvo de cuerno, sangre y un poco de excremento de dragón, que no son fáciles de conseguir al mismo tiempo. ¡Pero aquí mismo tenemos un dragón amigable que podría donarnos todo eso!

Mi dragón asintió con cara de no problem.

Donaldito, pues, entregó los ingredientes para el hechizo (hubo que esperar un rato por el excremento, sin embargo, porque mi dragón andaba un poco estreñido esa tarde). Los duendes mezclaron y cocinaron todo en varios potes, creando así una especie de poción cuyo olor apestoso hizo desmayar a varios animales silvestres.

—Puaj, ¿no le podemos poner algo de menta o azúcar? —dijo el duende recontra mega pelirrojo (ahora con los pelos de punta debido al hedor).

—Nop —dijo el ancianito—. Si hiciéramos eso, nos convertiríamos en bombones rellenos de licor de menta o gomitas con forma de dragón. —Y yo pensé "mmmmm, qué delicioso", pero no lo dije en voz alta :-P

—¿Y en qué nos vamos a convertir entonces?

El duende ancianito sonrió. Luego se pellizcó la nariz con dos dedos y bebió su parte de la poción. El duende hizo "¡puf!", quedó envuelto en una nube de humo, y para cuando el humo se disipó, había en su lugar un pequeño dragón similar a mi Donaldito pero verde en lugar de azul. El duende-dragón hizo un gesto a sus compañeros para que también bebieran sus respectivas dosis de la poción mágica, y al poco rato había en aquel prado un montón de dragoncitos idénticos (y muy monos, además; daban ganas de apapacharlos).

—Pues es un bonito hechizo —dije yo—, pero si mi Donaldito no pudo solo contra un tremendo dragón pendenciero, no sé cómo podrán vencerlo ustedes.

El dragón que había sido el duende ancianito me hizo un guiño, saltó sobre uno de sus compañeros... ¡y los dos se fusionaron en un dragón más grande! Repitieron esto sucesivamente hasta crear entre todos un dragón de mayor tamaño que el mío, y tan verde que parecía una especie de dragón-Hulk.

—Bueno, esto ya pinta mejor —dije—. ¡A por el oro, entonces!

Nos dirigimos todos de nuevo a la cueva del dragón británico. El dragón hecho de duendes se anunció con un gruñido y luego exclamó (según la traducción de mi Donaldito):

—¡Eh, dragón inglés! ¡Tu mamá es una vieja antipática como la reina de Inglaterra y tú eres un mamarracho estúpido como el príncipe Charles!

¡La que se armó entonces! Al lado de este nuevo combate, la pelea con mi Donaldito quedó reducida a una simple riña de patio entre adolescentes. El dragón británico y el dragón hecho de duendes se pegaron realmente duro, y en forma bastante sucia, además. Me refiero a tirones de orejas, patadas en los genitales y escupitajos muy pegajosos. Y claro, hubo fuego. Mucho fuego, verde de un lado, amarillo y rojo del otro.

Mientras tanto, mi Donaldito y yo volvimos a colarnos a la cueva y recuperamos hasta la última moneda de oro de los duendes. De paso también nos afanamos todas las galletas del dragón británico, porque simplemente tenían un aspecto y un olorcillo irresistibles :-P

Después de dos horas de pelea ininterrumpida, el dragón británico acabó en el suelo, más magullado que Bruce Willis después de cualquiera de sus películas de Die Hard. Tampoco quedó un solo árbol en pie en más de un kilómetro a la redonda.

El dragón hecho de duendes le gruñó algo al dragón británico, y ahí ya no necesité una traducción para saber que debía de ser algo así como: "Esto te enseñará a no meterte con los leprechauns y sus potes de oro." Mi Donaldito, sin embargo, se veía desilusionado. Había querido trabar una amistad con su pariente lejano, pero no le gustó su reprobable actitud imperialista.

Volamos a Irlanda, pues, donde organizamos una fiestota de celebración. Debido a mi pequeña estatura, los duendes me nombraron leprechaun honoraria, y hasta me regalaron un pote... lleno de fruta, no de monedas de oro. Bue. Los duendes sí eran tacaños después de todo. Oh, bueno, a mí me encanta la fruta, y encima es buena para los microbios beneficiosos de las tripas, de modo que agradecí el regalo y el nombramiento (y total, además de las galletas, también había afanado uno de los cuernos rotos del dragón británico, que espero poder vender a buen precio en algún mercado chino).

Y como mi Donaldito NO es tacaño, donó más escamas y etcétera a los duendes, en caso de que el dragón británico se olvide de la paliza y vuelva a molestarlos.

Por último regresamos a casa, con mucho pasto irlandés bien verde para mi unicornio Cuernito. Pero sepan que esto no termina aquí, porque todavía quedan más crucecitas en el dichoso mapa :-) ¡Hasta la próxima aventura internacional dragonesca!

G. E.

Artículo relacionado: OTRA AVENTURA DRAGONESCA... Y ENANESCA.

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Una vez más, toca promocionar uno de mis libros :-) En este caso se trata de una colección de historias románticas (lo sé, no suelo escribir...

UNA RELACIÓN PERFECTA Y OTRAS HISTORIAS ROMÁNTICAS

Una vez más, toca promocionar uno de mis libros :-) En este caso se trata de una colección de historias románticas (lo sé, no suelo escribir romance, pero tiene la ventaja de que VENDE, y yo tengo que pagar mi comida y mi electricidad, entre otro montón de cosas).

Aquí les va la sinopsis:

Natalia es una publicista que no sabe qué hacer con su vida, de modo que alquila a un pintor para que sea su novio falso. ~~ Mauricio, un fornido jugador de rugby, rescata a una muchacha en un parque y poco después se la encuentra en unas clases de teatro. ~~ Camila, una pianista, sufre un espantoso accidente de tráfico. Uno de sus fisioterapeutas resulta ser un antiguo compañero de clases que no le agradaba, pero ambos han cambiado mucho desde entonces. ~~ Lina trabaja en un restaurante. Allí conoce a dos apuestos bailarines de ballet: uno que le gusta... y otro que hará todo lo posible para conquistarla. ~~ Jimena es una novelista solterona que vive con su gato. Santiago es un estudiante que acaba de pelear con su padre. Compartir un apartamento quizás sea lo que ambos necesitaban para encauzar sus respectivas vidas y hallar el amor.

Cinco historias románticas con un poco de arte en cada una. (Longitud: 114.000 palabras.)

Y aquí les va la vista previa (hagan clic en la imagen para comenzar a leer):


Sí, lo sé, el nombre en la portada no es el mío. Se trata de un seudónimo. Quién sabe por qué, los seudónimos anglosajones venden más libros de romance que los nombres de origen latino, de ahí que haya decidido hacer el experimento. Puestos en ello, el seudónimo también me permitirá separar los libros puramente románticos en una sola línea, ya que en general van dirigidos a un público muy especial.

¿Algo más? ¡Uh, sí, los enlaces de venta!

http://leer.la/B0182LT414 — Este vínculo te redirigirá a tu página de Amazon correspondiente.

https://www.books2read.com/u/4DANAA — Este vínculo te redirigirá a una página de Draft2Digital desde la cual podrás ir a buscar el libro en otras plataformas: Apple, Barnes & Noble, Kobo, Scribd, 24 Symbols, Inktera e !ndigo.

https://payhip.com/b/KXWL — Desde esta página de Payhip puedes comprar, mediante pago seguro por PayPal, la edición de lujo, la cual contiene un relato adicional de 25.000 palabras sobre una estudiante de veterinaria y un guapo joven inglés con un criadero de caballos. El libro electrónico está en MOBI y EPUB, sin DRM, o sea que podrás leerlo donde te dé la regalada gana. ¡Y cuesta EXACTAMENTE LO MISMO que la edición en Amazon! (tú te llevas más contenido y a mí me descuentan menos de las ganancias; o sea, todos ganamos).

Si todavía no están convencidos, pueden bajar uno de los relatos del libro, Beso robado, directamente desde mi Google Drive a través de este enlace: https://goo.gl/4FHCjK. No se preocupen, es seguro :-) El paquetito ZIP contiene el librito en formatos EPUB y MOBI, más un fondo de pantalla.

¡Que lo disfruten, lectoras (y posibles lectores) de historias románticas! :-)

G. E.

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Después de mi aventura cósmica de fin de año , tuve que enfrentar la dura tarea de dar la cara a un 2017 cargado de incertidumbre. Hay mucha...

HOLA, 2017

Después de mi aventura cósmica de fin de año, tuve que enfrentar la dura tarea de dar la cara a un 2017 cargado de incertidumbre. Hay muchas cosas por las cuales preocuparse: el terrorismo, la presidencia de Trump, el calentamiento global, la gente tonta que se sigue reproduciendo, los sistemas educativos que no mejoran, etc. etc.

Quiero que el 2017 sea adorable como Sofía Vergara. ¿Han visto esa propaganda de champú donde ella dice "tu pelo puede tenerlo TODO"? Bueno, pues sería genial que dijera "tu año puede tenerlo TODO", así, con ese tonito sensual que sólo promete cosas buenas. Ahora mismo, me preocupa mirar al 2017 y que se me aparezca la cara del payaso de It. O la de Trump. O peor: la de Trump disfrazado del payaso de It. Brrrrrrrrrrrrr.

En fin, como no puedo controlar la situación internacional o la de mi propio y decadente país, aquí va mi lista de cosas en las que sí puedo trabajar a fin de mejorarlas:

1) Las paredes de mi casa que fueron arruinadas por una tubería de los vecinos.
2) Las ventas de mis libros, que se fueron al carajo por la falla de Kindle Unlimited en Amazon.
3) El tráfico de este blog, que ha venido creciendo bien pero que necesita crecer aún más como para que compense el esfuerzo invertido.

Cosas que sí van bien en mi vida:

1) La salud (mi última gripe fue en 2007, y desde entonces no he pillado más que algún resfriado esporádico).
2) Mis relaciones sociales.
3) Sigo teniendo un techo sobre mi cabeza y comida todos los días.

Sin embargo, necesito unas vacaciones. ¿Recuerdan lo que pasó durante el sexto cumpleaños de mi dragón? O sea, ¿la cuestión del mapa que dibujaron los dragoncitos de fuego? Pues bien, apenas mi Donaldito volvió a casa tras finalizar su jornada de trabajo en el aeropuerto, hice mi maleta, le mostré el mapa y le dije:

—¿Qué tal si nos vamos de paseo? Tenemos un montón de crucecitas que investigar.

Obviamente, a mi dragón le encantó la idea. Subí a su lomo, los dos nos despedimos de Cuernito, y levantamos vuelo con destino a... ¡Inglaterra!


Estén pendientes porque esto se va a poner emocionante.

G. E.

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