Creo haber dejado bastante claro ya en este blog que soy una gran amante de los gatos, tanto domésticos como salvajes. Y claro, mi afición por los mininos no se limita solamente a los de verdad, sino que se extiende también a los imaginarios. Aquí les van, por lo tanto (tal como pone el título de esta entrada), mis gatetes ficticios favoritos :-)
GARFIELD — No podía faltar, obviamente :-) De acuerdo, a mucha gente no le gusta Garfield, pero a mí me ENCANTA. ¿Cómo podría NO gustarme un gato gordo, haragán y cabroncete que come lasaña, hace tratos con los ratones para no tener que cazarlos y se burla de las arañas? Me parece la mar de divertido.
PELUSA — Por si no les suena de buenas a primeras, Pelusa es el persa chinchilla de la película Stuart Little. Es sinvergüenza y sarcástico, pero en el fondo tiene suficiente buen corazón como para no comerse al ratonil hijo adoptivo de su familia.
LUCIFER — No, no me refiero al personaje bíblico en cualquiera de sus representaciones sino al gato de la película animada Cenicienta. Lucifer es súper perverso, hasta el punto de ensuciarle el piso a Cenicienta por pura diversión. Villanía gatuna con un lindo toque de sadismo :-D
DON GATO Y SU PANDILLA — Crecí con estas caricaturas, así he añadido tales gatos a la lista por simple nostalgia. Me hacían mucha gracia sus aventuras.
EL GATO CON BOTAS — Aquí me refiero a la versión con sobrepeso de la peli Shrek por siempre. "¿Por qué la versión regordeta?", se preguntarán. Bueno, es que me hace muchísima más gracia, no por lo gordo sino por lo mimado. Ah, ¡y también por el descaro de comerse al Hombre de Jengibre!
MACAVITY Y MR. MISTOFFELEES — ¿Qué, no les suenan? ¡Pues son mis dos gatos favoritos del musical Cats! El primero de ellos es el villano más villano en la historia de los gatos, al parecer, hasta el punto de que puede levitar y ha quebrantado todas las leyes humanas. El segundo es un mago capaz de hacer aparecer siete gatitos de un sombrero, y también baila que da gusto. Si no me creen, miren los videoclips abajo :-)
LOS GATOS SIAMESES DE LA DAMA Y EL VAGABUNDO — Lo sé, lo sé, en parte son un estereotipo racista, pero, al igual que Lucifer, representan muy bien la refinada villanía gatuna, hasta el punto de pretender robarle la leche a un bebé.
CHLOE — Chloe es la gata gris regordeta de La vida secreta de tus mascotas. De nuevo, no me hace gracia por regordeta sino por su inteligencia y su actitud tan gatuna e indolente. ¡Ojalá tuviera una serie animada para ella sola!
SALEM SABERHAGEN — Este gato pertenece a la serie Sabrina, la bruja adolescente (1996). En realidad es una persona convertida en un gato parlante, pero no hace menos gracia por ello.
O'MALLEY Y DUQUESA — Estos dos pertenecen a la peli de Disney Los aristogatos. El primero es un gato callejero muy vivo, la segunda es la gata de una señora rica. Duquesa me gusta porque es una mamá gata fenomenal, súper fiel a su humana, además.
GREEBO — ¡Otro gato creado por Terry Pratchett! Greebo es la mascota de Tata Ogg, una señora bruja muy maternal y muy pilla al mismo tiempo. Greebo es, básicamente, la personificación de todas las cualidades gatunas que hacen que a muchas personas NO les gusten los gatos... ¡de ahí que me agrade tanto el personaje! :-D Les paso algunos fragmentos de texto sobre él:
Al cabo de un momento Greebo se despertó, se desperezó, bostezó y saltó en silencio al suelo. Luego el montón de pelo más astuto y freoz que jamás tuviera la inteligencia necesaria para sentarse en un comedero para pájaros con la boca abierta y una tostada en equilibrio sobre el hocico desapareció por la ventana abierta.
Pocos minutos después, el gallo del jardín de la casa de al lado levantó la cabeza para saludar al luminoso nuevo día y murió al instante en mitad del quiquiriquí.
Greebo también tenía una perspectiva gatuna del tema de las posesiones, que consistía simplemente en que nada comestible tenía derecho a pertenecer a otra gente.
A estas alturas ya estaban solas salvo por el hombre enorme que roncaba. Los otros dos habían salido y se habían unido a los pasajeros que iban en el techo.
La causa principal de aquello era Greebo. Con ese instinto infalible que tienen los gatos para detectar a la gente que odia a los gatos, había saltado pesadamente al regazo de todos y les había practicado el tratamiento del "joven aaamo de vuelta en la vieeeja plantación". Los había pisoteado hasta someterlos y luego se había echado y se había puesto a dormir, con las garras no lo bastante clavadas como para hacerles sangre pero sí como para sugerir claramente que aquella era una opción en caso de que la persona se moviera o respirase. Y luego, cuando estaba seguro de que se habían resignado a la situación, había empezado a apestar.
Nadie sabía de dónde venía. No era un olor asociado con ningún orificio conocido. Era simplemente que, después de cinco minutos de siesta, el aire encima de Greebo adquiría un penetrante olor a alfombras fermentadas.
Yo: ¡Hola, Greebo, soy una gran admiradora tuya!
Greebo: ¡GRRRRÑAUFSSSSTFSSSSTGRRRR! [Traducción: "¡Suéltame ahora mismo si no quieres sufrir una muerte lenta y dolorosa, humana!"]
Bueno, fin de mi lista. ¿Tienen ustedes algún personaje gatuno favorito? ¡Díganlo en los comentarios!
G. E.
Lo bueno de la experiencia es que adquieres conocimientos para una próxima vez. Lo malo de la experiencia, sin embargo, es que a menudo tien...
Lo bueno de la experiencia es que adquieres conocimientos para una próxima vez. Lo malo de la experiencia, sin embargo, es que a menudo tiene que ver con situaciones chungas del tipo que sería mejor no tener que vivir jamás. Es por tal motivo que decidí escribir este artículo: mejor aprender las malas lecciones por medio de otros que en carne propia, ¿verdad?
No soy tan mayor ni he tenido la mala suerte de tener que vivir TODAS las posibles situaciones chungas, pero vaya que me he topado con un número considerable de personas tóxicas y/o manipuladoras, por lo que me creo lo suficientemente calificada como para redactar este artículo. Añadiré de paso lo que he aprendido de los documentales sobre crímenes y sectas en la vida real, ya que coincide, si bien a mayor escala, con mi experiencia.
CÓMO DETECTAR A LAS PERSONAS TÓXICAS
(válido para amistades y parejas)
Si bien las personas tóxicas y las manipuladoras (que vendrían a ser como una subclase de las personas tóxicas) tienen rasgos en común, no necesariamente coinciden en todo, de modo que voy a tratarlas por separado. O sea, aquí van los rasgos principales de las personas tóxicas:
MENOSPRECIO — Es uno de los comportamientos más típicos de las personas tóxicas. Una persona tóxica aprovechará cualquier oportunidad para menospreciarte, y no dejará de hacerlo aunque le expliques que te molesta. Quizás responda "no te enojes, era una broma" o "te lo dije por tu propio bien", pero el menosprecio es real, no una broma, y la persona obtiene algún tipo de satisfacción por hacerte sentir mal.
DOBLE ESTÁNDAR — Como las personas tóxicas suelen ser bastante egoístas y egocéntricas, no soportarán que alguien las trate como ellas tratan a los demás; por lo tanto, reaccionarán de mala manera ante cualquier comentario negativo como los que ellas suelen hacer a otros.
FALTA DE RECIPROCIDAD, INGRATITUD — Punto en común con la gente gorrona (sobre la cual escribí en este otro artículo). Una persona tóxica querrá que le hagan caso, pero no será igualmente generosa a la hora de hacer caso a los demás ni agradecerá sinceramente la amabilidad ni los favores.
DESPLAZAMIENTO DE LA CULPA — La persona tóxica raramente admitirá que está siendo tóxica. Su estrategia (consciente o no) para seguir siendo tóxica es pretender que la culpa es de los demás. "Es que tú te ofendes con mucha facilidad", "hoy en día no se puede decir nada, qué sensibles están todos", "es que me hiciste enojar", blablablá.
DESCARGAN SUS FRUSTRACIONES EN TI — Bueno, esto no necesita mucha explicación. Una persona tóxica no dudará en tratarte como una de esas bolsas de arena que usan los boxeadores, sin importarle que no tengas nada que ver con el asunto ni cómo te afecte la agresión inmerecida. Las personas tóxicas también son vampiros de energía, en el sentido de que vienen a darte la lata con sus problemas incluso aunque tú lo estés pasando peor.
NO SOPORTAN QUE LAS CONTRADIGAS — Da igual que tengas la razón; casi siempre van a reaccionar mal cuando les lleves la contraria. Es una cuestión de ego, supongo.
NO RESPETAN TUS LÍMITES — Es una extensión de lo que puse arriba sobre el menosprecio. La persona tóxica querrá hacer siempre lo que le da la gana y se molestará cuando trates de ponerle un freno. No es raro que la cosa termine con algún tipo de agresión: gritos, destrucción de tus propiedades o violencia física sobre ti.
MENTIRAS Y TRAICIONES — Pos eso, que las personas tóxicas no son fiables. Mienten, te dejan fuera cuando les conviene y te apuñalan por la espalda.
No te enojes. Lo de que eres fea y sin gracia te lo digo por tu propio bien, deja de ser tan sensible.
CÓMO DETECTAR A LAS PERSONAS MANIPULADORAS
(válido para amistades, parejas y líderes políticos y religiosos)
Como puse arriba, las personas manipuladoras técnicamente son tóxicas también en el sentido de que hacen daño a otros, pero toca analizarlas por separado ya que su comportamiento es mucho más sutil e insidioso. Rasgos principales de las personas manipuladoras:
SABEN DETECTAR A LAS PERSONAS VULNERABLES — La persona manipuladora necesita alguien a quien manipular del mismo modo que un parásito necesita un hospedador. Supongo que la habilidad para pillar a dichas personas vulnerables se puede aprender, pero lo normal es que las personas manipuladoras ya sepan hacerlo de manera instintiva. Es como si tuvieran un radar para detectar en otros la soledad y la necesidad de sentirse parte de algo, y vaya que lo aprovechan al instante, lo cual me lleva al siguiente punto:
TE HACEN SENTIR PRIVILEGIADO POR RECIBIR SU ATENCIÓN — Es el primer truco de la persona manipuladora: tratar a la víctima como si le estuviera haciendo un favor por darle bola. En cierto modo tiene que mantener un balance delicado entre hacer sentir bien a dicha víctima pero al mismo tiempo recordarle cada tanto que es muy poca cosa (restregándole alguno de sus defectos de vez en cuando, por ejemplo), ya que no le conviene levantarle la autoestima. Esto me lleva al siguiente punto:
AISLAMIENTO — Como la persona manipuladora necesita que su víctima siga siendo manipulable (= poco asertiva y con baja autoestima), entonces hará lo posible para aislarla de cualquier persona que pudiese defenderla, incluyendo a su propia familia. "Ellos no son buenos para ti", "soy la única persona que realmente se preocupa por tu bienestar", blablablá.
GASLIGHTING — El término proviene de una película y significa, literalmente, "iluminación a gas". Está muy bien explicado en este artículo. Resumiendo: consiste en confundir a la víctima haciéndole dudar de su propio juicio. "No, yo no te dije eso, te está fallando la memoria" y así por el estilo. Las personas manipuladoras necesitan que sus víctimas se sientan inseguras, para reforzar así la relación de dependencia.
TE HACEN TRABAJAR PARA ELLAS — Como dije, es una relación parasitaria, de modo que la persona manipuladora obtiene ALGO de la relación. Si la víctima (deseosa por complacer) no satisface por iniciativa propia a la persona manipuladora, entonces la misma buscará la manera de lograrlo, ya sea pidiendo las cosas directamente o largando indirectas a fin de que su víctima las capte y cumpla la tarea, tal vez pensando incluso que fue su propia idea.
DEMANDAN CONFIANZA CIEGA — Esto va desde las parejas que abusan psicológicamente hasta los líderes de sectas u organizaciones terroristas. Obviamente no les conviene que analices sus palabras y acciones (ya que eso podría romper el vínculo), de modo que reaccionarán de mala manera ante cualquier cuestionamiento.
CASTIGO POR CUESTIONAR/DESOBEDECER — Y claro, como las personas manipuladoras necesitan a sus víctimas, cualquier resistencia será prontamente castigada. Lo típico es negar la atención, ya que, como puse arriba, la víctima es en general manipulable debido a su soledad y su necesidad de afecto/pertenencia. Por ejemplo, un novio que abuse psicológicamente de su pareja le retirará el afecto hasta que la misma se quiebre y pida perdón. La víctima no tendrá la culpa, por supuesto, lo cual me lleva al siguiente punto:
DESPLAZAMIENTO DE LA CULPA — Sí, es exactamente igual a lo que puse para las personas tóxicas en general. De algún modo darán vuelta la situación para que TÚ tengas la culpa, y luego te obligarán a disculparte a fin de recuperar su (falso) afecto.
TE TIRARÁN A LA BASURA CUANDO YA NO LES SIRVAS — Ya sea porque la víctima dejó de serle útil o porque despertó del engaño, la persona manipuladora la botará de inmediato y buscará a su siguiente blanco. En casos extremos, la cosa hasta puede terminar en asesinato.
En fin, la mejor manera de lidiar con las personas tóxicas y manipuladoras es CORTAR LA RELACIÓN DE INMEDIATO, PONER DISTANCIA Y NO MIRAR ATRÁS. Lo digo por experiencia. Entiendo que a veces puede resultar muy doloroso (sobre todo si la persona dañina en cuestión es un familiar), pero esa gente casi nunca cambia. Y lo digo en el sentido de que es más probable ganar la lotería y que te caiga un rayo encima el mismo día.
Recuerden: hay más de siete mil millones de personas en el planeta. Mucho para elegir, así que no hace falta quedarse junto a alguien que los trate mal :-)
¡Espero que les haya servido el artículo!
G. E.
PD: No soy psicóloga ni socióloga, así que bienvenidas sean las contribuciones y/o correcciones por parte de gente que sepa más que yo sobre estos temas.
"El caos se encuentra en mayor abundancia cuando se busca el orden. El caos siempre derrota al orden porque está mejor organizado."...
"El caos se encuentra en mayor abundancia cuando se busca el orden. El caos siempre derrota al orden porque está mejor organizado." Esto lo escribió Terry Pratchett en su novela Tiempos interesantes, y vaya que tenía razón. (Les recomiendo dicha novela, por cierto. Está genial.)
Este año ha resultado ser verdaderamente horroroso (de ahí que declarase yo mi odio hacia él en esta entrada), pero lo que más me molesta es que ¡la mayor parte de todo ese horror era perfectamente evitable! ¿La pandemia? Culpa de los pésimos estándares sanitarios de los chinos (no, el virus no fue creado en un laboratorio a fin de destruir las economías ajenas, SUPÉRENLO). ¿El agravamiento de la pandemia? Culpa de los gobiernos que no estaban preparados para el asunto y culpa de la gente que no quiere hacer caso de las recomendaciones para frenar los contagios (NO, LAS MASCARILLAS NO SON BOZALES NI IMPIDEN RESPIRAR, BASTA YA DE TANTA QUEJA PELOTUDA). ¿Los incendios forestales, la plaga de langostas, las olas de calor que están sufriendo tantos países en el hemisferio norte? Culpa de la humanidad por no hacer caso a los climatólogos que vienen advirtiendo sobre las consecuencias del calentamiento global (¡NO, NO ES "UN CICLO NATURAL DE PLANETA", LO ESTAMOS CAUSANDO NOSOTROS, A VER SI NOS PONEMOS LAS PILAS Y PARAMOS LA COSA DE UNA BUENA VEZ!). Y los antivacunas, en lugar de cambiar su postura debido a la pandemia, ¡más bien han aumentado su actividad en las redes, tratando de convencer a la gente de que no acepte la vacuna contra el coronavirus!
Levanten la mano quienes se identifiquen con esta frase: "¡Paren el mundo que me quiero bajaaar!" (Gissel interrumpe la escritura para levantar la mano.)
Hace poco tiempo escribí una teoría loca que tengo sobre esta ola de estupidez mundial. Sigo pensando lo mismo, pero a ver, ahora empiezo a temer también que los estúpidos nos lleven a todos los demás con ellos en su espiral de autodestrucción. Por lo tanto, ¡creo que las personas razonables deberíamos organizarnos mejor a fin de protegernos mutuamente! Algo como este artículo, en el que figuran respuestas de gente inteligente a las burradas de la gente obtusa.
Yo misma me he topado con tantas personas irracionales que he perdido la cuenta (de ahí que escribiera este otro artículo afirmando que en realidad nuestra especie NO es racional, al menos estadísticamente hablando). A veces me molesto en refutar sus disparates, otras veces me ganan por cansancio con su stupidsplaining. Por si no saben lo que es el stupidsplaining, bueno, digamos que es mi equivalente del término mansplaining ("machoexplicación" en español), salvo que el stupidsplaining no tiene género y refiere a la situación en la que una persona estúpida insiste en convencer de algo incorrecto a una persona que sabe mucho sobre el tema en cuestión o incluso es experta en él. Me pasó hace poco en Facebook, la verdad. Uno de mis contactos no dejaba de darme la lata en cuanto a lo dañinas que son las vacunas y blablablá, y siguió en sus trece incluso después de que 1) le dije que tengo conocimientos universitarios de farmacología, microbiología, inmunología y enfermedades infecciosas y 2) lo desafié a explicarme cómo se desarrolla el sistema inmunitario y por qué pueden ocurrir las reacciones adversas a las vacunas (no aceptó el desafío, obviamente, ¡porque en realidad no sabía un carajo sobre el tema más allá de las falsedades que les leyó a los antivacunas!). También me topé con una antivacunas que no quería creer que en Uruguay, gracias a la vacunación obligatoria, no hemos tenido brotes de sarampión en décadas. "Eso no es posible, tu gobierno ha de ser corrupto y por lo tanto te está engañando", fue su respuesta, ¿y cómo se refuta algo cuando la persona está absolutamente empeñada en renegar de la evidencia más contundente? Y por último, alguien vino a contradecirme diciendo que no, no es posible que un caballo coma plástico por accidente, ¡a pesar de que yo misma vi cirugías de caballos con el intestino obstruido por comer plástico! (es una causa importante de muerte de vacas en la India, por cierto, debido a la gran cantidad de basura que hay por ahí).
En serio, personas razonables, UNÁMONOS. Tenemos que hacer un frente común para evitar que la estupidez ajena nos derrumbe, ya sea por más catástrofes o simple exasperación. ¡La falta de lógica y la negación de hechos científicos comprobados ya están causando la muerte de personas sensatas! ¡Las próximas víctimas podríamos ser nosotros!
Qué coronavirus ni qué narices, eso no existe, todo es una megaconspiración de los gobiernos para encerrar a la gente en sus casas y luego ganar dinero con una vacuna fraudulenta mediante la cual nos insertarán un chip que servirá para controlarnos la mente a través de las torres de telecomunicaciones 5G. Y ya que estamos, la Tierra es plana y el cambio climático no es real sino otra conspiración orquestada por Greta Thunberg y las empresas de energías verdes.
¿Y si entre todas las personas razonables construimos una gigantesca nave espacial a fin de enviar a la gente idiota a Marte? Podría funcionar, ¿no creen? Les dejo la idea para que la rumien :-)
G. E.
¡Aquí les vengo con otra historia, yuju! En este caso se trata de una versión alterna de La bella durmiente . ¿Han leído el cuento original ...
¡Aquí les vengo con otra historia, yuju! En este caso se trata de una versión alterna de La bella durmiente. ¿Han leído el cuento original o visto al menos la película de Disney? Sea cual sea la versión, la pobre princesa es prácticamente un MacGuffin. La peli me gusta mucho, sin embargo, ya que: a) las tres señoras hadas tienen buena onda y hacen casi todo el trabajo, b) Maléfica rebosa perversidad y elegancia y c) la animación es muy bonita, sobre todo los fondos.
En cuanto a la historia original... bueno, mejor no leerla a los niños, la verdad. Aquí les va el resumen por parte de Pascu y Rodri:
Espero que semejante barbaridad de cuento de hadas no les haya provocado un trauma o algo así :-D
En fin, que la princesa esté casi de adorno en su propia historia es un detalle que siempre me ha molestado mucho, por lo que mi mente se puso a trabajar y me largó una trama con numerosas diferencias. Quedó una historia breve, sin embargo, de modo que la sinopsis es igualmente breve:
Una maldición de sueño, la esperanza de un amor verdadero... y un hada decidida a proteger a toda costa la felicidad de su querida amiga princesa.
No pongo la muestra gratis de Amazon (a pesar de que he subido el relato ahí también) porque el librito es un regalo, tal que se puede descargar cliqueando en este enlace. El mismo los llevará a una carpeta en mi Google Drive donde encontrarán el archivo en tres formatos: MOBI (para teléfonos y Kindles viejos), AZW3 (para Kindles nuevos) y EPUB (el cual se puede leer con numerosas aplicaciones en cualquier dispositivo).
Ojalá les guste :-) (¡vengan a decírmelo!).
G. E.
Bueno, me llevó un tiempito poner a punto la última parte de la historia de mi elfa invernal (los libritos anteriores son Corazón de vera...
Bueno, me llevó un tiempito poner a punto la última parte de la historia de mi elfa invernal (los libritos anteriores son Corazón de verano y Alma de océano), pero al fin está disponible para el público :-) La historia es más sencilla y corta que Alma de océano pero ojalá no guste menos por ello, dado que traté de darle el mejor cierre posible. Sinopsis:
La elfa Isala tiene un sueño. Alguien le está pidiendo ayuda desde un desierto, por lo que ella no dudará en dirigirse ahí con su pequeña amiga hada, lista para enfrentar la terrible amenaza que muy pronto hallará.
A continuación, la muestra gratis (clic en la portada para empezar a leer).
MIL GRACIAS a quienes compren la historia, si bien próximamente las tres partes estarán disponibles en forma gratuita en varios sitios, incluyendo mi Google Drive (para descarga directa). Vamos, que las lecturas gratuitas son buenas para el público, pero tengo que amortizar los costos de las portadas y alimentar a mi gato... por no hablar de a mí misma, puestos en ello :-P
Si la minitrilogía se populariza lo suficiente, tengo una buena idea para la continuación, ¡así que anímense a compartirla, reseñarla y/o recomendarla! (en caso de que les haya gustado y quieran una continuación, obviamente, porque no tendría sentido hacer nada de lo anterior sin un mínimo de interés).
Listo, me voy a trabajar ahora en mi siguiente proyecto :-)
G. E.
EDITADO EL 29/7/2020 PARA AÑADIR:
Corazón de verano, Alma de océano y Espíritu en el desierto ya están disponibles para su descarga gratuita desde una carpeta en mi Google Drive. Encontrarán tres versiones de cada archivo: MOBI (para teléfonos y Kindles viejos), AZW3 (para Kindles nuevos) y EPUB (para cualquier dispositivo con una app adecuada para leer este tipo de archivos; la de Calibre, por ejemplo). Clic aquí para ir a la carpeta.
[Primera parte de la historia aquí , segunda parte de la historia aquí .] Para Hamza Okoro, Nueva York no podía ser más diferente de la...
[Primera parte de la historia aquí, segunda parte de la historia aquí.]
Para Hamza Okoro, Nueva York no podía ser más diferente de la pequeña aldea africana donde había nacido. Incluso en la época actual, el hogar de sus padres carecía de electricidad y agua corriente, y la ciudad más cercana se hallaba a muchos kilómetros de distancia. Sin embargo, según su abuelo, la civilización los había alcanzado de otras maneras, y no precisamente favorables.
¿Qué quedaba de las grandes sabanas que solían recorrer los ñus y los elefantes, los leones y las hienas? Poca cosa. Excepto por las reservas, donde nadie entraba salvo los turistas, las tierras vírgenes habían sido dedicadas a la ganadería o convertidas en campos pobres de cultivo. En otros lugares había fábricas y ciudades, o extensos basureros que alojaban los desperdicios del mundo moderno.
A pesar de todo, Hamza era un cazador. Su abuelo le había enseñado a seguir rastros, aunque fuera de pequeños roedores, y él había practicado el tiro al blanco con objetos inanimados, móviles o inmóviles. No obstante, a diferencia de su colega Randy Winston, él nunca había matado un solo animal. Su vocación de cazador era puro instinto, como los gatos domésticos que juegan con bolas de lana en lugar de ratones. Estaba bien así. Perseguir animales para protegerlos era igual de satisfactorio.
Hamza había atravesado medio mundo para llegar a Nueva York, obedeciendo un pedido de lo más extraño. Bueno, el pedido no era tan extraño, pero sí las explicaciones que llevaban a él. ¿La misión? Capturar un tigre. ¿Lo raro del asunto? Para empezar, se trataba del mismo felino que le había destrozado los brazos a su colega Winston, quien no sólo había sufrido la amputación de uno de ellos, sino que se hallaba también en un estado delirante para el que los médicos no tenían respuesta alguna. Básicamente se lo pasaba diciendo incoherencias sobre reyes de la selva y precios a pagar por la osadía de mancillar lo que era sagrado.
En segundo lugar, el felino se había extraviado en plena Ciudad de Nueva York, y llevaba así varias semanas sin que nadie hubiera podido atraparlo. De algún modo había llegado hasta el mismísimo Parque Central, y todos los equipos destinados a recuperarlo habían desaparecido en él como si fuera la antigua Amazonia. Eso no tenía ningún sentido, pero más increíble era la siguiente pieza de información: una de las veterinarias del zoológico, la doctora Susan Dale, se las había arreglado para liberar a los demás animales encerrados, y éstos también se habían refugiado en el Parque Central.
Hamza había pensado que le estaban jugando una broma, pero no, la cosa iba en serio, y ahora él tenía que capturar al tigre fugitivo y posiblemente al resto de la fauna del zoológico. Para redondear la situación, nadie había contestado sus llamadas durante las últimas cinco horas. Hamza, por lo tanto, se dirigió primero al zoológico, donde se suponía que un grupo de expertos lo estaría esperando para ayudarlo en su tarea.
Mucho antes de llegar a destino, el hombre se dio cuenta de que algo no estaba bien. Era apenas la segunda vez que visitaba Nueva York, pero la recordaba como una ciudad ruidosa y ajetreada, con peatones que iban de un lado a otro muy concentrados en su objetivo. Esa tarde, en cambio, había muy poco tráfico, y las pocas personas que caminaban por ahí parecían deambular sin rumbo fijo. Hamza vio a varios ejecutivos detenerse poco a poco, mirar en derredor y continuar la marcha en otra dirección, como si hubieran olvidado su propósito original. El cazador disminuyó la velocidad. Tenía miedo de atropellar a alguien o de chocar con otro automóvil.
Una sorpresa todavía mayor lo esperaba en el zoológico: las puertas estaban abiertas y al parecer no había nadie en su interior, ya fueran hombres o animales. El cazador bajó de su camioneta. Ahora sí que no entendía nada, por lo que ahuecó las manos frente a su boca para llamar a gritos a quien pudiera escucharlo. Nadie le respondió, tampoco a sus llamadas telefónicas.
El hombre frunció el entrecejo. Estaba más confundido que nunca y no sabía qué hacer a continuación. ¿Debía aguardar hasta que alguien fuera a buscarlo o marchar al Parque Central en busca del tigre perdido? Tal vez los empleados del zoológico estuvieran ahí... si bien Hamza comenzaba a dudarlo. El hombre no era supersticioso, pero de pronto sintió que estaba tratando con un poder más allá de su comprensión.
Volvió a la camioneta y arrancó de nuevo. Recordando los delirios de Randy Winston, se le ocurrió que hallaría las respuestas junto al animal que lo había iniciado todo.
Un rato más tarde, Hamza detuvo el vehículo frente al Parque Central, no porque hubiera llegado a él, sino porque los árboles habían avanzado a su encuentro. El hombre bajó de la camioneta una vez más y contempló el extraordinario paisaje, tan asombrado que por un instante se quedó sin aliento.
El pavimento y los edificios estaban llenos de grietas, y la vegetación surgía de ellas como si la ciudad hubiera estado abandonada durante siglos. Los automóviles circulaban evitando las raíces y los troncos, pero allí donde no era posible, sus conductores se apeaban y continuaban a pie sin demostrar sorpresa o fastidio. Muchos de ellos abandonaban sus bolsos o portafolios, y Hamza vio a un hombre interrumpir una conversación por su móvil, contemplar el aparato unos segundos y dejarlo caer al suelo. Luego ese hombre se quitó los zapatos y la corbata y penetró en la arboleda, donde no tardó en desaparecer.
¿Qué clase de embrujo era ése?, se preguntó el cazador. Una especie de selva se estaba apoderando de Nueva York y parecía lo más natural del mundo. Hamza volvió a pensar en Randy Winston y un escalofrío recorrió su espalda. Tenía que dar la vuelta y huir. Tenía que marcharse de ese lugar antes de que el embrujo lo afectara a él también. Retrocedió hasta su camioneta... y se detuvo, porque se dio cuenta de que otra parte de su ser se moría de curiosidad. Aquello era... fascinante. Hacía tiempo que no veía tantos árboles juntos, y francamente había olvidado cuánto le gustaban. Estiró un brazo para retirar del vehículo su rifle de dardos; luego lo pensó mejor y colgó de su cinturón un cuchillo grande, de doble filo. Equipado de esta manera, se metió al parque siguiendo a las demás personas.
Lo primero que llamó su atención fue el clima: hacía calor ahí dentro, y la humedad era sofocante. Hamza abrió los botones de su camisa hasta dejar su pecho al descubierto, pero eso no le bastó para refrescarse, de modo que se quitó la prenda y la ató a su cintura. Una mariposa grande pasó frente a él. Por lo que el hombre sabía, esa especie no existía en Nueva York. Hamza pasó una mano por su frente y siguió caminando, atento a cualquier movimiento o sonido amenazador.
Las construcciones humanas del parque seguían en su sitio, pero había que prestar atención para verlas porque estaban cubiertas de hojas y enredaderas. De los senderos no quedaba mucho a estas alturas, y Hamza se preguntó si a la mañana siguiente sería capaz de distinguirlos. Probablemente no.
El cazador sintió que alguien lo observaba, pero tardó un poco en descubrir la figura oculta entre las ramas. Era una mujer joven, desnuda, cubierta de barro. Sus ojos azules destacaban como zafiros en la penumbra, y no había nada humano en su expresión. Aun así, Hamza creyó reconocerla por una foto que Winston le había enseñado.
—¿Doctora Dale? —preguntó el cazador. Ella no respondió. Se lo quedó mirando un poco más, evaluándolo en silencio, y luego escapó con la agilidad de un simio, saltando de árbol en árbol. Algunas aves chillaron a su paso.
Hamza secó de nuevo el sudor en su frente, aunque empezaba a acostumbrarse al calor. Sospechaba que muy pronto se sentiría cómodo ahí, y tal vez no le parecería mala idea quitarse toda la ropa, igual que la mujer.
Unos gruñidos y ronroneos llegaron a él. Apretando el rifle en sus manos, el hombre continuó avanzando en esa dirección. Sentía que estaba a punto de ver algo temible y maravilloso al mismo tiempo, algo que cambiaría su vida para siempre. Dar la vuelta ya no era una opción.
Los árboles se abrieron un poco, dejando entrar la luz del sol, y ahí, sobre la hierba, estaba el tigre. Su pelaje brillaba con colores intensos, y su presencia llenaba el claro más allá del espacio que realmente ocupaba su cuerpo. Sentado sobre sus patas traseras y agitando su cola anillada de un lado a otro, le dirigió al recién llegado una mirada de advertencia. El hombre levantó su rifle y apuntó, pero su dedo no oprimió el gatillo. El tigre era muy hermoso.
Había una hembra en la periferia del claro. Ésta se aproximó al tigre y restregó la cabeza contra su costado, y él le respondió con un gruñido afectuoso. El rey y la reina del Parque Central, pensó el cazador; Adán y Eva de un nuevo mundo. ¿O sería de un viejo mundo que volvía a nacer? Daba lo mismo. No sería él quien perturbara la escena, de modo que bajó el rifle y lo depositó en el suelo, como una ofrenda de paz. La mirada del tigre se suavizó. Parecía satisfecho.
Tanta belleza, pensó el hombre, retrocediendo paso a paso. Tanta belleza al borde de la extinción, rescatada en el último minuto por un milagro. Los labios de Hamza se curvaron en una sonrisa cuando un pavo real se cruzó en su camino, deslumbrándolo con los destellos de sus plumas. Ninguna obra de arte humana había llegado a superar eso.
El cazador se desvistió por completo. Ahora el calor le resultaba agradable, así como el tacto de la tierra bajo sus pies. ¿Qué necesitaba un hombre para vivir? ¿Computadoras, dinero, automóviles caros? Bah. La especie había existido miles de años sin nada de eso, y sin destruir su entorno para crear un ambiente artificial.
Lo único que Hamza conservó fue el cuchillo. Por unas horas, al menos, hasta que lo usara para afilar un palo. Necesitaba una lanza.
El avión cruzaba el Atlántico sin tropiezos de ninguna clase, rozando apenas con su vientre metálico algunos montones de nubes aborregadas. A la doctora Susan Dale no le gustaba mucho el transporte aéreo, pero ese día tuvo que admitir que estaba bastante cómoda en el compartimiento de carga, sola en la penumbra. Bueno, no exactamente sola. Ella cuidaba a cierto pasajero peludo, y aunque éste no hablaba, su compañía le resultaba más satisfactoria a la mujer que la de muchas personas.
El tigre descansaba en su jaula, despierto pero en calma. Era un poco extraño; después de haber mandado a Randy Winston al hospital con heridas gravísimas, no había dado un solo problema desde su captura a pesar de ser un animal salvaje. La doctora Dale había traído suficientes tranquilizantes para todo el viaje, pero ya pensaba que no tendría que usarlos. Mejor así, por supuesto. Bastante malo era haber tenido que sacar al animal de su entorno como para encima mantenerlo drogado. Esa mirada inteligente, su indolencia gatuna, la elegante pose de esfinge... ella no quería arruinar eso. Y la forma en que el tigre la miraba de reojo la hacía estremecerse, pero no de miedo sino de emoción. Susan estaba frente a una de las especies más bellas del planeta, y cada vez que el tigre le prestaba atención era como un obsequio. Ella no tenía la obligación de cuidarlo, tenía el privilegio de cuidarlo, igual que un tesoro. Además, ya podía verse supervisando a los nuevos cachorros que el animal engendraría, los cuales serían sin duda tan magníficos como él. Las cosas no podían salir de otra manera.
El felino bostezó y luego se dio la vuelta en la jaula para mirar a Susan fijamente, transmitiéndole su fuerza y serenidad. De pronto ella se sintió parte del tigre y su mundo: oculta entre los árboles, escuchando el canto de las aves mientras esperaba a que algún herbívoro incauto se pusiera a su alcance para saltar sobre él y devorarlo. Era el llamado de la naturaleza, exhortándola a convertirse en lo que su propia especie había sido alguna vez, cuando los seres humanos aún no conocían el lenguaje escrito y vagaban por el mundo en grupos, recolectando frutos y cazando animales sin más ayuda que palos y piedras. Era una existencia dura pero sin artificios, y los hombres y mujeres formaban parte de la tierra en lugar de explotarla según su conveniencia. El ciclo de la vida y la muerte en su forma original.
La aversión de Susan por los aviones regresó en toda su intensidad. ¿Qué hacía en una máquina voladora? Ella no tenía alas propias, y sólo así concebía la idea de remontarse en el aire. Se quitó los zapatos. Ahora le molestaban, ya que no le permitían sentir de qué estaba hecho el suelo bajo sus pies. Sin embargo, no se sintió mucho mejor después de quitárselos, debido a la superficie lisa y dura que la sostenía. En ese momento habría dado cualquier cosa por caminar sobre la hierba o la arena, atravesando las distancias con el esfuerzo de su propio organismo. Las máquinas no tenían alma, eran cosas frías y muertas que sólo producían contaminación y ruido.
El tigre ladeó la cabeza. Susan tenía muchas ganas de tocarlo, de acariciar con sus dedos el hermoso pelaje y disfrutar al mismo tiempo de su calor, pero le daba un poco de miedo. O quizás fuera respeto. En comparación con el tigre, ella era muy poca cosa.
El resto del vuelo pasó sin que la mujer lo notara, como si hubiera retrocedido en el tiempo a una época anterior a los relojes, las horas y los minutos. Lo que importaba en ese entonces eran los ciclos de la noche y el día, las estaciones, el hambre y los latidos del corazón. ¿Qué falta hacían los calendarios? Parecía tonto medir lo que no se podía cambiar.
La luz del exterior penetró el compartimiento de carga cuando la puerta se abrió, y Susan vio un par de rostros conocidos pero que le costó muchísimo identificar, dado que sus nombres no significaban nada para ella. En lugar de eso tuvo que recurrir a los olores y las voces, y recién entonces pudo responder con un gesto a los hombres que la saludaron. Ellos se detuvieron y la miraron con extrañeza.
—Doctora Dale, ¿se encuentra bien? —preguntó el que se hallaba más cerca. Susan tuvo que abrir la boca varias veces antes de conseguir articular unas palabras.
—Yo... estoy... bien.
—Ah. ¿Por qué no le avisó al piloto de que hacía calor aquí dentro?
¿Calor? ¿Hacía calor? Ella no se había dado cuenta. ¿De qué estaba hablando el hombre? Susan percibió una brisa fresca en sus brazos, piernas y estómago, y al verse a sí misma descubrió que apenas estaba vestida. Se había quitado la chaqueta además de los zapatos, y había usado las tijeras de su equipo quirúrgico para recortar su blusa y pantalones. No recordaba nada de eso, pero, pensándolo bien, no había sido tan mala idea. Se sentía... más libre.
—Bueno, da igual —continuó el hombre—. El camión está esperando para trasladar la jaula. Ya tenemos los permisos de aduana. ¿Está sedado? Se ve muy tranquilo.
Susan miró al tigre. No había cambiado de posición ni de actitud, aunque sí parecía más alerta que antes. Como si esperara... algo.
Por centésima vez, Susan reprimió las ganas de acariciar al tigre y se dijo que no debía sentir lástima por el hecho de que fuera a pasar de una jaula a otra. Al fin y al cabo, pronto estaría con dos bellas compañeras, en un espacio grande y adecuado a sus necesidades. Viviría muchos años disfrutando todas las comodidades posibles, querido y admirado por los visitantes del zoológico, y... y...
Pero ya no sería un rey, pensó la mujer. Y si la especie no se recuperaba, el tigre se convertiría en una reliquia. No era el destino apropiado para semejante maravilla.
Una hora después, la jaula estaba en el camión y éste se dirigía al zoológico por una calle gris flanqueada por edificios igualmente grises. Las personas circulaban como en manadas de un lado a otro, ajenas a la ausencia de árboles. Había algunas plantas en tiestos, pero eran parte de la decoración.
Susan se percató de lo mucho que odiaba las grandes ciudades. ¿Cómo podía siquiera haber aire respirable entre tantos muros de concreto? El cielo era apenas una franja grisácea allá en lo alto, como si las construcciones humanas también se lo hubieran tragado. La mujer sintió que se ahogaba, por lo que abrió otro botón de su blusa. Ya se le veía el sujetador, pero no le importaba; era su cuerpo, algo perfectamente natural de lo que no tenía por qué avergonzarse. Que el conductor la mirara, si eso lo hacía feliz.
Un sonido empezó a elevarse desde la parte trasera del camión. Al principio era un murmullo suave, pero luego fue creciendo hasta convertirse en un poderoso ronroneo. Susan estuvo a punto de preguntar si algo le pasaba al motor del vehículo, pero entonces supo que el sonido provenía del tigre. No, no podía ser, se contradijo después; los tigres no ronroneaban... ¿o sí? Daba igual. Como fuera, el sonido había opacado el bullicio de la ciudad, desde el tráfico hasta las maquinarias de construcción. Susan no escuchaba otra cosa, y poco a poco el ronroneo se apoderó de ella haciéndole olvidar todo lo demás. El conductor tampoco parecía ajeno a su influencia, ya que a menudo giraba la cabeza hacia atrás, cada vez más distraído.
Susan dejó de ver los edificios. Tenía la mente llena de hojas verdes, lluvia, flores y monos. Sus oídos percibían, por debajo del ronroneo, cantos de pájaros y el croar de las ranas. Le gustaba todo eso. La hacía sentir como en casa.
La mujer apoyó una mano en la de su compañero y lo miró sin decir palabra. No hacía falta. El conductor adivinó lo que ella quería decirle y se limitó a girar el volante, desviando al camión del flujo de vehículos. De esta manera llegó a una calle poco transitada, y ahí pisó el freno. El ronroneo era más fuerte que nunca, y ahora también lo acompañaba el latido de un corazón. Susan pensó que era como una especie de música. Música de vida salvaje.
El hombre y la mujer descendieron del camión y fueron hasta la parte de atrás. En la jaula, el tigre se lavaba una pata con la mayor tranquilidad del mundo, aunque dejó lo que estaba haciendo y se puso en pie al ver a ambos humanos. No intentó hacerles daño cuando ellos se acercaron para abrir la puerta de la jaula.
Segundos después, Susan tenía al tigre justo frente a ella, sin barrotes de por medio. No había agradecimiento en los ojos del felino sino más bien una profunda soberbia. El orgullo de un rey. La mujer se puso de rodillas y extendió una mano. Estaba indefensa y lo sabía, pero no le importaba; se sacrificaría de buena gana en caso de que el tigre tuviera hambre y decidiera tomarla como su próximo alimento.
El animal acercó el hocico a la mano y permitió que Susan lo acariciara. Ella inclinó la cabeza y miró al suelo, y sus dedos recorrieron el pelaje del animal pasando por su frente, sus orejas y los mechones blancos a ambos lados de su cara. No era suave sino áspero y recio, la mejor protección contra los elementos. La mujer habría podido quedarse así durante horas.
El tigre se apartó y luego Susan percibió una corriente de aire a su derecha. Cuando ella se giró, el animal había desaparecido entre los edificios como si la urbe fuera otra especie de jungla. Susan lo habría seguido... pero tenía algo más que hacer.
La mujer le indicó al conductor que regresaran al vehículo y ambos continuaron de camino al zoológico.
[Nota: Escribí este cuento en 2011 y lo publiqué en un blog que ya no existe porque no lo visitaba casi nadie. En fin, aquí les va de nuevo, espero que tenga más lecturas esta vez :-D]
Los sonidos de la selva llenaban el aire tanto como la humedad y el calor, completando aquel entorno salvaje por el que los humanos se desplazaban con el mayor sigilo posible. Esto último no resultaba nada fácil; la vegetación era espesa y a menudo obstruía el camino, y los insectos picadores no dejaban de acosarlos. A Randy Winston, sin embargo, nada de eso le importaba. Hacía más de diez años que no pisaba una selva de verdad, y tal ambiente reconfortaba su espíritu de cazador. O mejor dicho, su espíritu de ex cazador.
La expansión humana había reducido los espacios vírgenes a unos pocos parches aislados. Existían reservas y zoológicos, por supuesto, pero sin las grandes extensiones que permitían la diversidad genética, buena parte de las especies grandes se hallaba al borde de la extinción. Era por eso que Winston ya no cazaba. Simplemente no quedaban presas, y el hombre había puesto sus servicios a la orden del World Wildlife Fund for Nature con la esperanza de que algún día sus animales favoritos volvieran a recorrer el mundo con libertad. Los activistas del WWF no lo tenían en muy alta estima debido a sus intenciones, pero hacían buen uso de su habilidad para el rastreo y su puntería con el rifle de dardos.
Winston apartó una mosca que zumbaba frente a su cara y usó un pañuelo para secar las gotas de sudor que se le metían en los ojos. Necesitaba ver con claridad, dado que las huellas eran muy sutiles y cualquier distracción era suficiente para que se confundieran con otras depresiones del terreno. Además, a sus cincuenta y cuatro años Winston ya no tenía la agudeza visual de su juventud. Debía ser cuidadoso o el animal escaparía. Otra vez.
Los granjeros locales lo llamaban Muerte Silenciosa en hindi. El tigre salía de la selva por las noches, atrapaba a alguien y desaparecía con su víctima en la espesura. Nunca se encontraban los restos del cadáver, salvo quizás algún zapato o pedazo de tela. Sólo un niño había visto al animal, la noche en que éste se llevó a su hermanito de cinco años cargándolo en la boca igual que una gata a sus bebés. Era un gigante, le había dicho el niño a Winston; un gigante del color del fuego, con rayas negras como la noche y ojos amarillos y relucientes como el sol. Y hermoso, muy hermoso. Ése era un detalle que a Winston le había llamado la atención: que el niño alabara la belleza del tigre aunque hubiera devorado a su hermano. Sin embargo, el hombre podía entenderlo. Pocas cosas en el mundo eran más perfectas que un tigre, un ser que reunía gracia, fuerza y astucia en un solo cuerpo, pintado a su vez por la naturaleza con un diseño exquisito. Quien jamás hubiera visto un tigre y lo tuviera ante sí por primera vez, sin duda pensaría que algo tan magnífico no podía ser del todo real.
Quedaban apenas cincuenta y ocho tigres en el mundo, confinados en dos estaciones de cría. El animal de esa selva era el primer ejemplar en estado salvaje del que se tenía noticia en los últimos veinte años, y dado que al parecer estaba solo, el objetivo era capturarlo con vida, trasladarlo a Nueva York y ponerlo ahí con dos hembras fértiles y sanas a fin de obtener cachorros. Era crucial obtener sangre nueva; la endogamia había vuelto a los tigres muy susceptibles a una enfermedad viral, y un nuevo brote de la misma podría matarlos a todos en menos de una semana. Eso había pasado con los guepardos, que ahora sólo existían en los documentales. Era una pena. Nunca más volverían a correr detrás de las gacelas, aunque a decir verdad tampoco quedaban muchas de ellas para perseguir.
Winston se detuvo un momento. Acababa de encontrar una huella muy clara en el barro: cinco almohadillas perfectamente dibujadas. El primer pensamiento del hombre fue que el niño había tenido razón, pues un cálculo rápido le permitió saber que el animal sí era grande, más que el promedio. Algo así como trescientos kilogramos de puro músculo, dientes y garras. Randy Winston se moría de ganas por enfrentarse a él cara a cara, aunque no fuera a matarlo. Sería toda una experiencia.
Por fin llegó el momento en que la nariz del hombre captó su objetivo: el olor de la guarida. Su instinto más primitivo, el de supervivencia, le indicó que retrocediera, ya que ese olor significaba peligro; sin embargo, Winston se había entrenado para desoír ese tipo de advertencias, y lo que mandó fue la voz de su intelecto diciéndole que él era el depredador. La bestia no lograría vencer su inteligencia superior... ni al anestésico que pronto recibiría a través del dardo. Ya eres mío, pensó el hombre, y una sonrisa cruzó su rostro de barba incipiente.
Winston hizo un gesto a sus colegas: tenían que moverse con mayor sigilo todavía para no alertar al felino, cuyo sentido del oído debía de ser muy agudo. El cazador esperaba que, por causa de la hora, el calor y el festín que seguramente se había dado con el último granjero, el animal estuviera durmiendo o por lo menos aletargado. Podría dispararle desde una buena distancia; sólo necesitaba un blanco nítido y medio segundo para oprimir el gatillo. Pan comido.
Winston avanzó unos pasos más. Ya creía ver algo a través de la maleza, unos... ¿muros de piedra? Sí, eso eran, pero no se sorprendió. Había muchos templos abandonados en la región, y a los animales les gustaba usarlos como refugio. El tigre debía de hallarse en algún lugar entre las piedras, a la sombra, en el fresco. Winston rodeó los pocos restos de la construcción... y no vio más que un montón de hojas aplastadas. El hombre titubeó un instante. Luego hizo una mueca de enojo: el tigre los había escuchado llegar. ¡Demonios! No podía estar demasiado lejos, sin embargo, ya que el lecho vegetal se veía como recién abandonado y había huellas muy recientes en su periferia. Sólo tenían que seguirlas y...
Un minúsculo crujido fue el único aviso antes del ataque. Cualquier otra persona habría sucumbido en ese preciso instante, pero los reflejos de Winston estaban a la par de sus sentidos, y el hombre tuvo tiempo de darse la vuelta y dispararle a la mole que estaba cayendo sobre él con las garras desenfundadas y los dientes expuestos, una larga y borrosa mancha anaranjada y negra. El dardo pegó en el blanco; Winston lo vio clavarse en la piel del tigre, y como no había tiempo para nada más, cruzó los brazos ante él para defenderse de la embestida que ya no podía frenar. El dolor fue inmediato, intenso, y le arrancó un grito antes de que el tigre lo aplastara contra el suelo, dejándolo sin aire. La cabezota del felino llenaba todo su campo visual: ojos dorados fijos en él con hambre y furia. Voy a matarte, le decían esos ojos; has invadido mi territorio y pagarás por ello con tu sangre. Aun así, Winston se perdió en la mirada del tigre como si fuera un hechizo, dado que tenía frente a sí a la bestia más admirable que hubiera visto en toda su existencia. Le estaba desgarrando los brazos con una facilidad pasmosa, iba a morderle la garganta a la menor oportunidad y entonces sólo le quedarían unos segundos de vida; no obstante, lo que Winston pensó fue que ojalá sus compañeros no mataran al tigre para salvarlo a él, ya que estaba dispuesto a sacrificarse por aquella criatura tan magnífica. Nunca antes había pensado semejante cosa.
Hubo una confusión de voces y más disparos retumbaron en la selva. El tigre no había soltado a Winston, y sus garras dejaban largas y profundas marcas en su pecho. Los brazos del hombre eran sendos despojos de carne ensangrentada. Winston seguía gritando de dolor. Ya no le quedaba mucho tiempo, lo sabía, y sólo esperaba que el sufrimiento acabara pronto y que el tigre sobreviviera. No era una mala forma de morir, como un cazador cazado.
Las mandíbulas del animal aflojaron la presión. Los dardos estaban haciendo efecto, y poco a poco el tigre perdió fuerzas, derrumbándose sobre su presa como un peso muerto. Winston aún contemplaba los ojos dorados del felino, que se vaciaron de expresión al tiempo que la droga se apoderaba de la criatura, dominándola en silencio. El tigre se había dormido.
Winston se quedó ciego un momento, por la falta de aire y la pelambrera del animal que tapaba su cara. Luego sus compañeros empujaron al tigre a un lado y el cazador vio el primer rostro que se inclinaba sobre él manifestando preocupación.
—Randy, ¿puedes hablar?
El aludido no entendió la pregunta. Giró la cabeza hacia el felino, el cual yacía de costado, respirando suavemente. Sí, era hermoso. Una obra de arte maravillosamente letal.
—Es un rey —balbuceó Winston—. El rey de los tigres.
—¿Qué has dicho? —preguntó el otro hombre.
—Nos estamos llevando el corazón de esta selva—murmuró Winston mientras su propia conciencia se desvanecía—. Habrá... consecuencias.
¡Pensar que la cosa empezó tan bien! Año nuevecito, terminado en cero, y en mi país ganó las elecciones el partido que voté, para variar (sorry, uruguayos que votaron al FA, pero creo que tanto populismo no le estaba haciendo ningún bien a Uruguay).
Y de pronto... ¡pataplúm!, apareció el coronavirus y de pronto los problemas empezaron a caernos como una maldita bola de nieve. En lo que va de 2020 llevamos:
A ver, ¡que ya son demasiados problemas y plagas!, ¿dónde están los hebreos que hay que liberar para que esto pare? ¡Como vea a Moisés por ahí le voy a pegar con mi cachiporra, a ver si se deja de fastidiar!
¿Quién te hizo daño como para que nos trates así de mal, 2020? ¿Acaso te levantaste del lado izquierdo del calendario? ¿Es el Apocalipsis? ¿O tal vez el Ragnarok? ¡Thor, ven a salvarnos, te queremos igual aunque te hayas puesto regordete!
No sé, como 2020 no mejore un poco en su segunda mitad, vamos a tener que contratar unos cuantos mafiosos italianos para amenazarlo de lo lindo. ¡O quizás debamos lincharlo entre todos, como las turbas enfurecidas de las películas de monstruos! ¿Dónde se consiguen antorchas, hachas y horquillas? (En la ferretería, supongo. Espérenme aquí, voy a preguntar si hay descuento para las compras a granel.)
Año 2020: ¡¿Pero por qué no me aman, si les estoy haciendo vivir tiempos muy interesantes?!
Turba enfurecida: ¡Métete los tiempos interesantes ahí por donde no brilla el sol, cabrón de porquería!
¡Muere, 2020, muereeeeee! (¡O al menos déjate de joder, leñe!)
G. E.
PD: Si se preguntan por qué el 2020 es un hombre de mediana edad con túnica y un reloj de arena, echen un vistazo a esta otra entrada.
PPD: Hagan como los personajes en mi dibujito y usen las mascarillas en los lugares públicos, ¿eh? ¡No olviden cubrirse la nariz!
Tal vez hayan notado que, cuando hago un dibujito de mí en el interior de mi casa, las paredes son de un color azul grisáceo y el piso de co...
Tal vez hayan notado que, cuando hago un dibujito de mí en el interior de mi casa, las paredes son de un color azul grisáceo y el piso de color crema. Eso se ajusta más o menos a la realidad, excepto que el piso de mi casa no es de un color crema homogéneo sino esta monstruosidad:
NO TENGO UN VOCABULARIO LO BASTANTE INCENDIARIO PARA DESCRIBIR LO MUCHO QUE ODIO EL MALDITO PISO DE MI CASA. TENDRÍA QUE USAR TODAS MIS PALABROTAS E INVENTARME UNAS CUANTAS MÁS TAN HORRENDAS QUE GOOGLE VENDRÍA DE INMEDIATO A CANCELARME EL BLOG.
Uf. El problema no es que me disguste el aspecto de las baldosas en sí, y como piso funciona bien en el sentido de que evita que caigamos al subsuelo o al infierno. Pero... ¿SABEN LO RECONTRA MEGA DIFÍCIL QUE RESULTA ENCONTRAR CUALQUIER COSA EN UN PISO ASÍ? Básicamente es como una jungla, dado que tantísimas cosas se pueden camuflar en él. Cada baldosa tiene un diseño diferente, encima, de modo que un objeto caído en ellas no rompe ningún patrón (soy buena para detectar irregularidades en un patrón).
Puestos en ello, ¡algunas cosas nunca vuelven a aparecer! ¡Es como si el maldito piso tuviera una especie de portal a otra dimensión! (¿tal vez como las lavadoras de ropa que devoran calcetines?).
¿Pueden ver los tres pequeños objetos que deposité sobre las baldosas antes de sacar esta foto? ¡Porque yo ya no! ¡¡AAARRRGGGHHH!!
Lo único bueno de este tipo de piso es que, si uno está en el inodoro y no va a salir de ahí por un rato (fibra en la dieta, gente, eso se arregla con fibra en la dieta), es posible jugar a buscar figuras en las baldosas como si de constelaciones se tratara.
¡Miren, un león!
Por ahora no tengo planes de mudarme, pero si llegara a hacerlo en algún momento, ¡les juro que el diseño del piso será un factor muy importante a la hora de escoger mi nueva vivienda! ¡Aunque seguro que cualquier otro piso será menos horrible que el actual!
¡Sí, por fin un piso decenteeee!
¿Qué me dicen? ¿Se volverían locos también con un piso como el de mi casa?
G. E.
PD: No, no dibujé el león en el piso de mi casa, se lo añadí digitalmente a la foto. Pero un día de éstos igual voy y le dibujo encima. Total, peor no va a quedar, ¿verdad?
Es triste que tenga que estar escribiendo un tercer artículo sobre este tema (los otros dos están aquí y aquí ), pero como el problema s...
Es triste que tenga que estar escribiendo un tercer artículo sobre este tema (los otros dos están aquí y aquí), pero como el problema sigue, pues mi enfado también.
Ahora mismito mi enojo se debe a dos conceptos erróneos que las personas no dejan de repetir: 1) "el acoso hace más fuertes a los niños" y 2) "hay que enseñar a los niños a que devuelvan los golpes".
Ahora viene una larga explicación sobre por qué esos dos conceptos son un disparate del carajo. Agárrense de algo, es posible que use palabrotas.
¡NO, EL ACOSO NO FORTALECE!
Es cierto que no hay que proteger a un crío de todos los conflictos. Es cierto que hay cosas que tendrá que aprender a solucionar por su cuenta.
¡¡PERO EL ACOSO ESCOLAR NO ES UNA DE ESAS COSAS, DEMONIOS!!
Pretender que un niño o adolescente víctima de acoso escolar resuelva el problema es como pretender que una víctima de violación rastree y detenga a los violadores. Sí, sé que la comparación es bastante fuerte, pero hoy en día HAY NIÑOS Y ADOLESCENTES QUE SE SUICIDAN DEBIDO AL ACOSO ESCOLAR. La cosa ya no es tan simple como "uh, te insultaron por bajito, no les des bola". El problema ha evolucionado para peor. MUCHO PEOR.
¿Y saben cuál es la causa del problema y su empeoramiento? PUTOS ADULTOS QUE NO HACEN SU PUTO TRABAJO.
A ver si queda bastante claro: UN NIÑO NO ESTÁ CAPACITADO PARA LIDIAR CON AGRESIONES VERBALES/FÍSICAS CONSTANTES. No tiene las herramientas emocionales. Puede incluso no tener la capacidad física para defenderse, en caso de sufrir una discapacidad o ser víctima de acoso por parte de críos más grandes.
Por desgracia, vivimos ahora mismo en una sociedad en la que muchos padres no se molestan en reprender las malas acciones de sus hijos (en serio, ¿cómo permiten algunos que sus críos destrocen todo en un supermercado?), y en la que el sistema educativo prefiere ignorar o incluso CASTIGAR a las víctimas de acoso (por ejemplo, expulsa al niño acosado que se defiende en lugar de obligar a los padres del niño acosador a mandar a su vástago a un terapeuta). También es posible que en algunos colegios ¡ni siquiera permitan a los docentes contener físicamente a los alumnos que están cometiendo una agresión! (Esto no se cuestionaba cuando yo era chica: si dos niños se estaban golpeando en el recreo, las maestras acudían en grupo y los separaban, punto, penitencia para todos los involucrados.)
"A mí me hicieron bullying y eso me fortaleció", dicen algunos. PUES ME ALEGRO MUCHO, PERO ESO NO CAMBIA NADA PARA LOS DEMÁS, LEÑE. Básicamente es como decir "yo no estaba usando el cinturón de seguridad y no me pasó nada cuando choqué con el auto"... mientras que otra gente sale despedida por el parabrisas y muere o queda con lesiones permanentes.
El impacto del acoso es real, se ha medido. Tomar como modelo a las pocas personas que se consideran fortalecidas por la experiencia es recurrir al sesgo del superviviente. Adivinen qué: quienes se han suicidado debido al acoso no están aquí para contar lo mal que les fue, y quienes quedaron con secuelas no van a hablar mucho del tema, ya sea porque les da vergüenza o porque tienen que lidiar ahora con problemas de ansiedad o lo que sea.
Y en serio, ¿para qué hacer el experimento con los críos, a ver cuál sobrevive y cuál no? ¿Qué somos, padres antivacunas? "A mi nene no lo vacuné, sufrió sarampión y se recuperó sin problemas, así que el sarampión no es tan serio como lo pintan"... dice la madre antivacunas cuyo crío no tuvo la mala suerte de ser hospitalizado y morir de una encefalitis causada por el virus, o de quedar con alguna secuela por el resto de su vida.
EL BULLYING OCURRE CUANDO UN MONTÓN DE ADULTOS NEGLIGENTES PERMITEN QUE UN NIÑO/ADOLESCENTE VULNERABLE SUFRA LAS CONSECUENCIAS DE DICHA NEGLIGENCIA. Es hora de acabar con esto. HOY.
¡NO, MÁS VIOLENCIA NO ES LA SOLUCIÓN!
Para empezar, es que gran parte del acoso escolar ni siquiera es físico sino verbal. ¿En serio queremos enseñar a los críos que hay que parar los insultos a golpes? ¿U obligar a un crío a defenderse a golpes de una agresión física, en lugar de que los adultos intervengan para frenar el acoso? Una cosa es que una persona decida aprender técnicas de defensa para protegerse de los asaltantes en la vía pública, OTRA COSA MUY DISTINTA ES PRETENDER QUE UN NIÑO SE EXPONGA A LESIONES O CAUSE LESIONES A OTROS NIÑOS DEBIDO A LA FALTA DE INTERÉS DE LOS ADULTOS POR CONTROLAR A LOS AGRESORES. ¡Que no vivimos en una maldita selva, gente! ¡La idea es bajar los niveles de violencia en el mundo, no preservarlos!
Esto es lo que pasa cuando se le dice a un crío que se defienda en lugar de defenderlo nosotros: 1) le estamos cargando al niño acosado un problema que en realidad deberían resolver los padres del acosador y/o los docentes (generándole en consecuencia una tremenda desconfianza en las autoridades), y 2) el acosador quizás deje de molestar al crío que se defienda... pero no dejará de ser un acosador, y lo más probable es que simplemente cambie su víctima por una más vulnerable.
Vamos, que se desatiende la otra mitad del problema: LA SALUD MENTAL DEL CRÍO ACOSADOR. Sí, quizás alguno se reforme por sí solo con el tiempo, PERO MUCHOS OTROS NO, cosa que también se ha medido. Un acosador puede convertirse después en un criminal, un esposo golpeador, un jefe abusivo, un colega tóxico o un policía como el que mató a George Floyd poniéndole la rodilla en el cuello. ¿Queremos eso? ¿DE VERDAD QUEREMOS ESO? YO NO.
¿Qué sentido tiene quejarse de que el mundo está mal si, en lugar de educar a los niños como seres civilizados, les permitimos perpetuar el ciclo de víctimas y victimarios? ¡ASÍ NO SE ARREGLA NADA, JODER!
Es hora de que los adultos en posición de hacer algo HAGAN ALGO DE UNA PUÑETERA VEZ. A ver si entre todos empezamos a mover el carro en esa dirección, ¿sí? Ya han sufrido (¡y muerto!) demasiados chicos.
G. E.
PD: Hay otro artículo (éste en español) sobre el tema aquí, resumiendo las consecuencias del acoso tanto para la víctima como para el acosador.
Algunas películas son tan, pero tan malas que ¡accidentalmente terminan siendo buenas! Eso fue lo que me pasó con la del título (véase la parte tachada, no lo que agregué yo por traviesa). La pillé en el cable por casualidad, vi el año de producción (1989) y pensé "qué diablos, ha de ser tonta pero entretenida". ¡Y no me equivoqué!
Para empezar, miren nada más la portada del DVD:
¡Arrr, soy el gran navegante de los siete mares, miren cómo sostengo mi espada apuntando al suelo mientras exhibo mis increíbles pechugas y miro a no sé donde con cara héroe forzudo estilo Schwarzenneger pero más sobreactuado!
Bien por el fotógrafo que le pidió a Lou Ferrigno semejante pose disparatada :-D Aparte de lo anterior, tenemos al villano de la peli asomando por encima del prota con un turbante negro y ojos desorbitados de malo maloso. Esto ya anuncia de buenas a primeras que la película será súper cutre, ¡y desde luego que no decepciona!
El póster original es un poquito menos tonto pero sigue haciendo bastante gracia:
¡Hola, soy Simbad, un simpático héroe con músculos a reventar, un lindo peinado ochentero y una espada bien grandota!
[Ahora se viene mi destripe de la película. Pueden ir a mirarla primero o seguir leyendo y mirarla después; no creo que importe el orden.]
La película arranca en la época actual (= el año en que se filmó), con una madre leyéndole a su hija las aventuras de Simbad. O sea, a lo largo de toooda la película toca aguantar periódicamente la voz de dicha mamá, un recurso típico de tiempos pasados cuando los productores no tenían suficiente dinero para mostrar en lugar de contar. (Lo perdono en los cortos de la Pantera Rosa y las películas de George de la jungla porque el narrador es gracioso y los personajes se pelean con él.)
En fin, ya dentro de la historia de Simbad vemos que, en el palacio de la ciudad de Basra (muy bonito, por cierto; seguro que filmaron esa parte en un escenario real), el malvado visir Jaffar hipnotiza al califa y captura a la princesa Alina a fin de casarse con ella. Esperen, ¿qué? ¡Esto me suena de algo! ¡Ejem, Disney!, ¿no te bastó con plagiar la serie de Kimba, el león blanco? ¡Deshonor sobre ti y tu vaca ratón! Oh, bueno, menos mal que ahí se acaban las similitudes en la trama. El visir es súper caucásico (actor británico), malamente disimulado por un maquillaje que le da un color entre moreno y rojizo, como si hubiera comido chiles picantes. A la princesa (una actriz italiana) la dejaron blanquita como la leche, en cambio, porque ya se sabe que blanco = bueno y moreno = malo (para los estándares racistas de tantísimas películas viejas e incluso nuevas).
Llega entonces a Basra el navegante Simbad junto con su tripulación, la cual incluye al príncipe del que está enamorado la princesa (cuyo nombre es Alí, EJEM DE NUEVO, DISNEY). De ahí en adelante es difícil ignorar las tremendas pechugas de Lou Ferrigno cada vez que lo muestran a él de frente, ya que en verdad son ENORMES, más que las de Dwayne Johnson. Tal vez deberían haber tenido su propia película fantástica, no sé, algo como Furia de los pectorales o Los pectorales bárbaros.
¿En qué estaba? Ah, sí, Simbad y su tripulación desembarcan en Basra y van al palacio a fin de que el príncipe se reúna con la princesa. El príncipe tiene pinta de metrosexual y encima va vestido con lo que parece un disfraz de príncipe de cuento de hadas. Simbad, a su vez, lleva un chaleco y unas calzas púrpura brillantes muy, muy ajustadas (supongo que para permitirnos apreciar las fortachonas piernotas de Lou, lo cual no es malo, en realidad; digo, bienvenido sea todo lo que nos distraiga un poco de sus pechugas). La tripulación cuenta también con un guerrero asiático vestido igualmente de forma súper colorida, tal que el faldón de su atuendo parece la bandera del orgullo LGBT+ (dicho guerrero pronuncia todo con L en lugar de R, sabe artes marciales, cita a Confucio y tiene un peinado con forma de cuerno, POR SUPUESTO). El tripulante vikingo es un tipazo grandote semidesnudo, con cabellera (¿o peluca?) rubia y un mazo que a todas luces es de utilería. Y bueno, es que no tenían presupuesto para armas reales tampoco (ni camisas).
Simbad nota que algo anda mal. Viéndose amenazado, Jaffar activa una trampilla igualita a la del señor Burns y ¡plof!, nuestro héroe va a caer a un foso lleno de serpientes. ¡No hay problema! Simbad convence a las serpientes de que no lo ataquen (whaaaa??), las ata para formar una cuerda (¡eh, eso es maltrato animal!) y escapa así del foso :-D Mientras tanto, la tripulación también ha ido a parar a las mazmorras para su tortura. Al compañero calvo de Simbad lo ponen sobre un tanque lleno de pirañas. "Las pirañas prefieren a los calvos porque no les gusta que se les atore pelo en los dientes", dice el torturador, y de nada sirve que su víctima le responda: "¡Pero yo tengo barba!" (un tercio de los diálogos en la peli son así de tontunos, casi a lo Mel Brooks).
Creyéndose a salvo, Jaffar arrastra a la princesa Alina a su laboratorio (¡el Jafar de Aladdín también tiene un laboratorio, Disney!, ¡deshonor ahora sobre tu pato!) y la aprisiona en un aparato acrílico con tubos llenos de fluido. ¿Qué qué qué? Supuestamente el aparato es para debilitar la voluntad de la princesa. Aparte de eso, Jaffar teletransporta a lugares remotos cuatro de las cinco gemas mágicas sagradas del reino (las cuales se parecen bastante a esas bolas de goma transparentes con protuberancias que se venden como juguetes para mascotas... o tal vez al coronavirus). Ahora Simbad y su tripulación deben recuperar los cuatro MacGuffins las cuatro gemas a fin de vencer a Jaffar y devolver el bienestar al reino. Bieeen, ya tenemos algo así como un conflicto en la trama (no todo iba a ser enfocar las pechugas de Lou).
Como era de esperarse, Jaffar tiene en su laboratorio una especie de pantalla mágica para observar a Aladdín Simbad y su tripulación, de modo que envía seres demoníacos a atacar el barco. Los demonios son bastante cutres y la pelea que sigue a continuación es bastante cutre también, pero divierte de todas maneras, ya que termina con Simbad arrancándole el corazón al demonio. Un corazón ¡CON CARA! (algo que podría haber salido de la peli Evil Dead 2, por ejemplo).
Bien, después de la pelea en el barco, Simbad y su tripulación van a una isla a consultar al Oráculo a fin de averiguar dónde están las cuatro gemas perdidas. Luego viajan a otra isla con forma de calavera (pos claro; siempre tiene que haber una isla con forma de calavera); una vez ahí, Simbad destruye en una cueva un monstruo rocoso de aspecto tan amenazador como un pisapapeles, obteniendo así la primera de las gemas.
Nota: las caras de Lou Ferrigno en las peleas no tienen precio, ya que cada vez pone la misma expresión súper exagerada de "¡grrrr, soy un héroe muy forzudo, miren cómo rompo todo con mis fabulosos bíceps!" (igualito que cuando hacía de Hulk pero menos verde).
Simbad y su tripulación se dirigen ahora a la isla de las amazonas, las cuales lucen tan maquilladas y enceradas como para entrar a un concurso de belleza (al parecer en dicha isla no hay enfermedades tropicales, parásitos, problemas de abastecimiento de comida ni algo tan simple como humedad ambiental; la verdad, hasta dan ganas de mudarse ahí). Encima, atacan a los marinos haciendo unas proezas gimnásticas al estilo Simone Biles. En pocos minutos atrapan a casi toda la tripulación de Simbad (al príncipe Alí lo duermen con un dardo en el culo, je je); el capitán, mientras tanto, se encuentra con la reina de las amazonas, una hermosa mujer negra (también maquillada y encerada) con tanto oro encima como para aparecer en el videoclip de algún rapero. La narradora larga algo así como "Simbad quedó cautivado por la gran belleza de la reina Farida", blablablá, por qué sigues hablando, narradora, no estás aportando nada a la historia (insertar expresión mía poniendo los ojos en blanco con cara de divertida paciencia).
Mientras tanto, en el palacio, resulta que el visir Jaffar tiene una cómplice: una rubia (corte de pelo ochentero, of course) con cuerpo de fisicoculturista y atuendo de dominatriz. La pobre no tiene mucho papel durante el resto de la película pero se burla constantemente de Jaffar, lo cual aporta su granito de arena a la tontería general de la trama. Quien tampoco tiene mucho papel es la princesa, atrapada el 90% la peli en el aparato del laboratorio. Asumo que a la actriz no le gustó mucho eso, ya que después protagonizó Fantaghirò, la cual va de otra princesa que se disfraza de hombre para salvar su reino (muy buena, la recomiendo).
Volviendo a la isla de las amazonas, Simbad está tan hipnotizado por la guapa reina cargada de oro que no escucha las súplicas de sus amigos capturados. No todo está perdido, sin embargo, ya que dos tripulantes (un médico calvo y un enano) se quedaron en la nave. Presintiendo que algo está mal, ellos bajan a la isla a ayudar y encuentran a Simbad todo baboso contemplando el baile sexy de la reina Farida. Le arrojan a su capitán una poción para librarlo del hechizo, y entonces Simbad le arrebata a Farida la segunda gema mágica, convirtiendo a la guapa mujer negra en una anciana caucásica con la cara pintada de marrón (¿En serio?, ¿no había en toda Italia una sola señora negra que pudieran contratar para la peli? ¡Pffff!) Los marinos regresan a su barco.
Como Jaffar aún puede ver todo con su pantalla mágica, lo que hace a continuación es convocar en forma grandilocuente unos poderosos "vientos de destrucción" para encallar la nave de Simbad en la Isla de la Muerte (uuuuh, ese nombre promete, ¿verdad?).
Ya en la mencionada isla, la presencia de los forasteros provoca que cientos de caballeros medievales muertos cobren vida y ataquen. Dan tanto miedo como el Hombre de Hojalata de El Mago de Oz. Simbad y sus tripulantes los rompen y aplastan como si fueran latas de aluminio en otra pelea bien cutre (lo único que no es cutre son los caballos de carne y hueso de los caballeros medievales, los cuales no llevan maquillaje macabro ni nada porque sin duda ese presupuesto lo gastaron en las amazonas).
Los ojos de Jaffar, quien a estas alturas está cómicamente enfadado (la mujerota fisicoculturista no deja de hacerle pullas), se encienden como los del X-Men Cyclops. El hechicero hace que la nave de Simbad se marche de la isla llevándose a la tripulación, de modo que su capitán queda solo y a merced del Rey Fantasma. Una vez más, ¡no hay problema!, ya que nada puede vencer las pechugas y bíceps de Lou :-) (ojalá tuviera algo así a mano para ayudarme con las reparaciones domésticas; me he cansado de empujar muebles de un lado a otro usando las piernas).
Simbad tiene ahora tres de las cuatro gemas perdidas (la tercera se la sacó al Rey Fantasma) pero está varado en la Isla de la Muerte. Aparece entonces una joven pelirroja (a estas alturas no sorprende que también esté súper maquillada) junto con su padre, un tipo excéntrico con un bigote a lo Salvador Dalí al que no se le entiende nada de lo que dice. El vestuario de ambos es hermosamente carnavalesco. La joven se llama Kira y su padre Nadir. Ella cuenta que los dos también están varados en la isla, y que la misma era bonita hasta que Jaffar les envió algo: la cuarta gema. Simbad y Kira van a un pueblo que parece estar lleno de leprosos, los cuales atacan. Simbad reparte golpes, Kira también (muy a lo princesa Fiona; la chica tiene carácter, me gusta), pero los espectros se llevan a la joven, de modo que Simbad tiene que ir a rescatarla. ¡Santas damiselas en peligro, Batman Lou!
Simbad corre a salvar a Fiona Kira, por supuesto, arrancando partes de los espectros como si fueran zombis de la serie The Walking Dead (puaj). Kira lo ve llegar y grita algo como "¡pégales, pégales!", lo cual hace que la dama me caiga todavía mejor :-D Simbad enfrenta entonces un nuevo monstruo, el cual es enorme, verde, baboso y un poco parecido al Grendel de la peli animada Beowulf. ¡Un monstruo que dispara rayos láser, encima! ¿Demasiado para los bíceps y pechugas de Lou? ¡Pues no!, ya que Simbad usa las tres gemas en su poder para convertir al monstruo, por medio de rayos láser también, en un charco pegajoso como de gremlin derretido.
A saber cómo, Simbad intuye que Jaffar lo está observando, así que mira a la cámara y le larga al hechicero algo así como "¡ja, estás perdiendo tu poder, Jaffar, te voy a ganar muy pronto!" (siempre poniendo cara de héroe forzudo con menos capacidad de actuación que cualquiera de mis zapatos).
Bueno, recuperadas al fin las cuatro gemas (la última estaba en el charco pegajoso, ugh, qué asco lo de levantarla sin guantes), Simbad, Fiona y Nadir suben al globo aerostático creado por este último. El globo necesita aire caliente, así que, no bromeo, SIMBAD LO INFLA A GOLPE DE SOPLIDOS (los pulmones de Lou han de ser tan musculosos como sus pechugas, si no cómo se explica). Con una música de fondo estilo paseo dominical (toda la banda sonora es igual de cutre que la película, por cierto, y no pega para nada con la historia), Simbad sopla que te sopla y finalmente el globo llega hasta el barco de nuestro héroe. ¡Bieeeen! :-) La tripulación entera hace una danza tonta y el vikingo baila con el guerrero asiático (lástima que no hicieran pareja, por eso de la falda con los colores del arco iris; habría sido un detalle muy adelantado a su época).
La nave los lleva a todos de nuevo al palacio, y Simbad, quien durante toda la búsqueda había llevado sus piernotas al aire, mágicamente vuelve a lucir sus calzas púrpura para la batalla final (pos claro, ya que no está bien entrar sin pantalones del tipo que sea a un palacio). Fiona Kira vuelve a repartir patadas, así que Simbad le larga un "estoy loco por ti" de lo más conmovedor. Ooooooooooou (corazoncitos corazoncitos).
Apenas Simbad llega al laboratorio de Jaffar, ¡éste lanza rayos al estilo Emperador Palpatine y lo encierra en una jaula eléctrica! ¡Qué horrooor! Nah, es broma, los bíceps de Lou pueden con eso también :-) Jaffar se pone entonces todo tétrico, "no te acerques, te estoy previniendo, voy a usar mi truco más devastador", y entonces...
Esperen, ¿adónde se fue la rubia ochentera fisicoculturista? Creí que le tocaría pelear con Simbad, pero de pronto ya no está por ninguna parte. ¿En serio la contrataron solamente para darle la lata a Jaffar? ¡Buuuu, qué desperdicio!
Eh... ¿dónde me había quedado? Ah, sí, el "truco más devastador" de Jaffar. El hechicero hace más gestos grandilocuentes, creando así ¡una copia de Simbad! ¡Más bíceps, pechugas y piernotas enfundadas en calzas púrpura, yuju!
Simbad pelea con Simbad (doble cantidad de expresiones sobreactuadas) y finalmente el Simbad real arroja su copia a un foso de lava que había en el laboratorio. Uh, ¡había un foso de lava además del aparato acrílico con tubos! Otro detalle loco de la película :-D A estas alturas ya me extraña que Jaffar no tuviera además un sirviente tipo Igor. O sea, si lo vamo' a hacer, vamo' a hacerlo bien, como decía Alberto Olmedo (un comediante argentino muy famoso en su momento).
Victorioso, Simbad devuelve las gemas a sus pedestales y libera de su prisión a la (francamente irrelevante) princesa, la cual se reúne a continuación con su (francamente irrelevante también) príncipe Alí. (Me habría encantado que el príncipe Alí y la rubia fisicoculturista se enamoraran uno del otro a primera vista y que después ella se retirara del laboratorio cargando al señorito en sus fuertes brazos; mucho más épico, ¿verdad?)
Amenazado por los héroes, Jaffar presenta su "renuncia" al califa... e inmediatamente después lo arrojan por la trampilla del señor Burns. ¡Adiós, Jaffarcito! Luego los héroes hacen una fiesta fiesta y asumo que Simbad se casó con la pelirroja buena onda. ¡Final feliz! (y la irrelevante narradora manda a dormir a su irrelevante hija, aunque me extraña que la nena no se durmiese antes debido al tono aburrido con el que su madre le leyó sus partes del guion de la peli).
En fin, es muy probable que vuelva a ver este despelote de película el día que la repitan. Es un clasicazo, en serio. Y ahora díganme, ¿los he animado a verla también? ¡No tengan miedo de confesarlo!
G. E.
PD: Esta peli no me gustó más que la animada, sin embargo, pero sí mucho más que la de Noé de Aronofsky.
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