(Nota: no encontrarán en este artículo ninguna referencia a juguetes sexuales, ¡que éste es un blog más o menos apto para todo público, demo...
MI JUGUETE MÁS GRANDE
Si mi padre hubiera sido médico, seguramente me habría dejado jugar con su estetoscopio. Pero mi padre no era médico, sino conductor de autobús. Eso significa que en mi casa nunca sobraba el dinero, pero, para compensar, yo tenía una tremenda ventaja sobre los demás niños de mi barrio: ¡podía jugar con un autobús de verdad!
Era un autobús de la cooperativa COETC, con el número 61. Y yo lo adoraba. Para una niña imaginativa y activa como yo, aquel autobús era una fuente interminable de diversión.
Para empezar, ¡es que era un autobús! No necesitaba convertirlo en otra cosa (por ejemplo, una nave espacial) para que fuera grandioso. Podía sentarme en el asiento del conductor, abrir y cerrar las puertas y divertirme con mis amigas toda la tarde de esa forma.
También podíamos jugar a escondernos en los asientos. O colgarnos de las barras de acero del techo, como monos. De verdad, que era un juguete genial. Encima, cuando mi padre tenía que sacar al autobús para "ablandar" el motor, de pronto teníamos una linda excursión familiar por delante, a veces con un montón de amigos. En esas ocasiones, yo me sentaba en el asiento del cobrador, y me ponía a tocar la campanita (esa que estaba para avisar al conductor de abrir y cerrar las puertas) hasta volver locos a todos los pasajeros :-D
Ese autobús era mi juguete favorito después de mis ponis de plástico y la pista de autos electrónicos. ¿Quién necesitaba un estúpido estetoscopio? (Bueno, en realidad tengo uno ahora mismo, para las cuestiones veterinarias. Sigue sin ser tan interesante como el autobús.)
No me puedo quejar de mi infancia :-)
G. E.
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SOBRE LA AUTORA: Gissel Escudero
Escritora, dibujante, madre de un gato, un dragón y un unicornio y fanática de las series, la música celta, las historias de horror y el chocolate. Se mudaría con gusto a un planeta donde sólo hubiera gente sensata, pero mientras tanto vive en Uruguay, lo cual es bueno porque en dicho país no ocurren huracanes, tornados ni terremotos. Ha publicado unos cuantos libros, los cuales a su vez han recibido buenas críticas (ejem, por si les apetece echarles un vistazo, ejem). ¡Hakuna matata!
Ya lo dijo el Gabo: la vida no es la que vivimos sino la que recordamos.
ResponderBorrarEstupenda entrada, ¡me ha encantado!
Saludos.
¡Mil gracias por el comentario y por la cita del Gabo! :-) Me alegra que te haya gustado mi anécdota.
BorrarQué bonito!Tengo envidia sana. Ya me gustaría a mí tener un autobús para jugar. Por un tiempo mi amigo Dominic y yo pudimos jugar con un vagón de tren, pero este estaba abandonado(y más tarde reciclado en cocina para una casa que construyeron su abuelo, nuestros padres y mi tío)
ResponderBorrar1Abrazo
Bueno... siempre puedes hacerte amigo de un conductor de autobús y pedirle que te deje jugar un rato adentro :-D De hecho, yo estoy pensando que me encantaría hacerme amiga/novia de un piloto de F18... (para ir progresando). Besotes, ¡y gracias por el comentario!
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