No me malinterpreten: ADORO escribir. Crear historias, personajes y mundos imaginarios es una de las actividades más estimulantes para el ce...

EL ESTRÉS DE ESCRIBIR FICCIÓN

No me malinterpreten: ADORO escribir. Crear historias, personajes y mundos imaginarios es una de las actividades más estimulantes para el cerebro, por no decir que a menudo resulta divertidísimo (ya sea que uno esté creando una situación graciosa... o destripando a alguien en un relato para el Halloween; y no me miren con esas caras, que los escritores de horror no estamos demasiado chiflados).

Sin embargo... bueno, hay facetas de esta profesión que pueden resultar un poco agobiantes a veces. Y no se trata de las cosas que hacen enojar a un escritor, que son unas cuantas, sino cuestiones intrínsecas del oficio que en mi caso son inevitables, molestas y agradables a la vez (los escritores también podemos ser un tanto masoquistas; no pregunten).

El primer problema es... que uno se esfuerza por entrenar al cerebro para que cree y piense por su cuenta, lo cual es necesario para la labor (las mejores ideas suelen aparecer en los momentos más inesperados, cuando uno está haciendo cualquier otra cosa y le deja espacio al subconsciente para trabajar). Y luego... pues eso, que el cerebro piensa por su cuenta. A cualquier hora. Cuando le da la gana. Incluso cuando resulta inconveniente que piense por su cuenta; por ejemplo, en el horario laboral (me refiero al "trabajo diurno" obligado que tenemos los escritores no famosos, o sea, la mayoría). Y si uno ya está escribiendo una novela o un relato en particular... no se agradecen demasiado las distracciones. Por si fuera poco, todas esas ideas para historias se quedan en la cabeza hasta que uno por fin las escribe, dándose codazos unas a otras en busca de atención.

¡Ideas acumuladas, déjenme un poco en paz!
¡¡Que el día sólo tiene 24 horaaaaaas!!

En lo personal, no estoy exagerando al decir esto: tengo proyectos acumulados para los próximos DIEZ años. Imagínense cómo se siente mi cerebro a veces... (como un vaso de gaseosa, todo lleno de burbujas que hacen ruidito cuando suben a la superficie: ¡fzzzzzzzz!; lo digo por si no tienen ganas de imaginarlo).

Después está el hecho mismo de escribir. De encontrar el tiempo entre las obligaciones diarias. De sentarse a organizar el plan de la historia (para los que hacemos planes, claro). De investigar lo que haya que investigar (¡menos mal que ahora existe Google!). De elaborar la psicología de los personajes, los conflictos, los diálogos y demás. ¡De NO cometer errores garrafales! Y luego... ¡vienen las revisiones y correcciones! Bueno, de las revisiones me salvo porque hago planes detallados, pero aun así ¡¡NO ME ESCAPO DE ESOS MALDITOS ERRORES TIPOGRÁFICOS QUE SIGUEN APARECIENDO AUNQUE REVISE TODO CINCO VECES!! ¡¡¡AAAAAARRRRGGGGHHHH!!!

Por último vienen los nervios a la hora de presentar la obra al público. ¿Les gustará? ¿No les gustará? ¿Seremos el blanco de los elogios... o de unos cuantos tomatazos?

¡¡Es demasiada presión!!

¡¡SOCORROOOOOO!!

Menos mal que los escritores podemos hacer catarsis escribiendo :-P

G. E.

8 comentarios:

  1. La verdad, me he sentido así más de una vez. Cuando tenía el tuquito (celular viejo) lo llenaba de notas rápidas que transcribía en la casa. Ahora tengo más espacio. Suerte con esas ideas traidoras.

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    1. Yo también anoto todo, ¡pero igual siempre tengo ideas y más ideas pululando en mi cabeza! :-D Un abrazo, y gracias por comentar.

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  2. Tal cual. Pero lo peor es la falta de tiempo, tener esa idea maravillosa dando vueltas de neurona en neurona y no poder ponerte a ello. Todo lo demás, es bastante llevadero.

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    1. Claro, Nieves. Por eso puse arriba que puede ser un estrés AGRADABLE a veces. ¡Pero no deja de ser un tipo de estrés! ¡Quiero un reloj para parar el tiempo y ponerme unas 10 horas más al día! :-D Abrazos y gracias para ti también.

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  3. Es cierto lo que dices. Me siento identificado, pero me ya te dije que tú me inspiras porque no te quedas bloqueada al recibir tantas ideas. Sigues escribiendo y te concentras en alguna. Que estas te persigan a cualquier hora del día es una leche porque en ocasiones me ocurre que luego no me acuerdo del todo lo que había imaginado. Tengo que ponerme en un momento a escribirla para que no se me olvide para luego más tarde unirlas y darles un sentido. Creo que la organización me falla. La acumulación de ideas me distraen unas de otras. Llevo unos días poco conectado y es que entre el vicio de la serie "Juego de Tronos" y la presión que me estoy dando con el siguiente capítulo de "Replicante" me está mareando. No quiero quedarme estancado!
    Pd. Si ahora tienes proyectos para ocuparte unos diez años, conforme vaya pasando el tiempo se te irán acumulando más ideas aún.
    -¿Por qué lees?
    - Mírame y dime que ves. A un enano.Tengo que impresionar de alguna manera. Lo hago usando mi cerebro.Para que los demás hagan por mí lo que yo no puedo hacer. Por eso leo, John Nieve.
    (o algo así)

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    1. Tú es que tienes un "síndrome de Leonardo da Vinci", lo cual te impide enfocarte en una sola cosa :-D Pobrecillo. Y sí, seguro que de aquí a diez años acumularé ideas para los próximos 80 años. ¡Yay! :-P ¡Besotes y gracias por comentar!

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