Fue una competencia reñida, desde luego, con tantos incidentes, accidentes y monstruos no invitados. Por un momento pareció que Drácula y el monstruo bajo la cama quedarían empatados, pero finalmente Drácula sacó dos votos de ventaja y obtuvo así la victoria.
"¿Y cuál era el premio?", se preguntarán. Pues les recuerdo que se trata del castillo del GHM. Lo sé, aquí me dirán que seguramente Drácula ya tenía su castillo en Transilvania, pero con estas crisis financieras y las devaluaciones de propiedades, un castillo extra no le vendrá mal :-D
Sin embargo, algo ocurrió antes de poder entregarle al conde el título de propiedad del castillo. ¿Se acuerdan de que había una criatura carnívora viviendo en el sótano? Estábamos en la duda de si era el monstruo momificado, pero resultó que no. ¡Y justo el día de la entrega del premio la bestia carnívora salió de su escondite con el propósito de devorar a todos los presentes! Era una cosa espantosa de cuatro metros de alto, con espinas, cuernos, garras, dientes y un apetito colosal.
El monstruo carnívoro devoró lo primero que encontró a su paso: al agente de bienes raíces que iba a darle el título de propiedad a Drácula. Se lo tragó entero y luego escupió sus ropas, incluyendo los calcetines y los zapatos.
Los presentes nos miramos con caras de espanto. Luego le dije a Drácula: "Tu castillo, tu problema." Después de eso salimos corriendo, dejando al conde a cargo de su... eh... monstruosa plaga doméstica.
Huimos a través del puente levadizo para ponernos a salvo (se nos unieron algunos cocodrilos y el monstruo bajo la cama trajo su cama a cuestas). Dentro del castillo se oyeron rugidos, gritos y el ruido de cosas rompiéndose. Empezamos a temer lo peor... y luego hubo silencio. No sabíamos si entrar al castillo a ver qué había pasado, pero entonces apareció el conde Drácula: magullado, tambaleándose y... muy, muy gordo.
—Le he chupado la sangre al monstruo —anunció Drácula, todavía con sus colmillos ensangrentados—. ¿Alguien podría darme un vaso de Hepamida? Creo que estoy sufriendo una tremenda indigestión.
Y vaya que sí, pobre Drácula. Había bebido tanta sangre que parecía John Goodman. Le proporcionamos un digestivo y arrojamos el cadáver reseco del monstruo carnívoro al foso, por si los cocodrilos tenían ganas de masticar algo (además, no queríamos que el monstruo volviera a la vida convertido en vampiro). Después hicimos un minuto de silencio por el pobre agente de bienes raíces.
En fin, una vez superado el problema, felicitamos de nuevo a Drácula por su aplastante triunfo. ¡Ahora sólo falta la fiesta de celebración! Estén pendientes del último episodio del GHM.
G. E.
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