En fin, después de la peli me puse a imaginar cómo sería mi vida si yo tuviera la melena de Rapunzel. Bueno, mi cabellera tendría que ser más larga porque soy un poco mayor; si la de Rapunzel medía 21 metros a sus dieciocho años, la mía debería medir... eh... más de 21 metros (puedo sacar la cuenta; lo que pasa es que no quiero dar pistas sobre mi edad :-P).
Gracias al poder de la imaginación, ¡plin!, de pronto ya tenía mi súper melena.
No está mal, ¿eh? Y con sartén y todo :-D Lo único que no añadí a la imagen mental fue el vestido rosa de Rapunzel, ya que no me gusta vestir de rosa (es demasiado Barbie).
Una vez imaginada mi melena, empecé a convivir con ella. Al principio iba bien, pero luego descubrí que había olvidado un detalle importante: mi pelo no es lacio y sedoso, sino... mmm, digamos que psicótico-rebelde, especialmente en días húmedos. Y como los días húmedos son la norma aquí en Montevideo, de pronto mi fabulosa cabellera se convirtió en una especie de monstruo fuera de control.
Uf. Qué lío. De pronto ya no podía ver por dónde iba, y mi cabellera se atascó en cuatro columnas y varios arbustos. Encima, los pajaritos comenzaron a anidar en ella, y el lavado de pelo se volvió una tarea hercúlea (como si no lo fuera antes del cambio). Tenía que hacer algo al respecto, así que tomé cuatro peines y cinco cepillos y me apliqué a la tarea de ordenar mi larguísima cabellera (algunos peines y cepillos desaparecieron en el proceso, seguramente devorados por la masa capilar).
Eh... bien, después de mirarme al espejo decidí que no me veía mucho mejor. Parecía una versión exagerada de María Antonieta :-P Además, aún no había enganchado a ningún príncipe ni simpático ladrón con mi cabellera, y dado que no vivo encerrada en una torre, tampoco me servía para bajar de ella.
Decidí cortar por lo sano. Literalmente. Tomé unas tijeras y ¡listo!, adiós cabellera. Vendí los pelos a una tienda de confección de pelucas y usé el dinero para comprarme un iPhone, una memoria USB, unas zapatillas de deporte Reebok y cinco litros de helado de chocolate (es que era mucho cabello, dio para hacer trescientas veintinueve pelucas; imagino que habrá muchos calvos felices después de esto).
Y si a algún príncipe se le ocurre venir a rescatarme de mi
G. E.
Qué bonita! jeje me he partido el culo de risa. Lo tuyo si que es un cuento de hadas y lo demás es tontería.Tus dibujos son la caña, pero con el que más me he reído ha sido con el 2º que pareces la versión femenina del tío ESO de la Familia Adams. Una locura genialmente divertida, te lo digo en serio.
ResponderBorrar¡Gracias, Luismi! Me divierto haciendo esos dibujitos, por cierto :-D De ESO ya me disfracé en Halloween, antes de decidirme por un atuendo de bruja :-)
BorrarHola
ResponderBorrarYo tambien adore esa pelicula, pero creo que la razon por la que Rapunzel podia tener esa enorme cabellera es porque ella se pasaba las horas muertas cepillandolo (yo tambien pareceria ESO de la familia Adams, jajajaja) Besitos de chocolate
La verdad, en el lugar de Rapunzel yo habría llevado el cabello enrollado a la cintura, en lugar de arrastrarlo por ahí :-D No era muy higiénico que digamos... Besos para ti también y gracias por el comentario :-)
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