Les cuento: resulta que la tabacalera Phi*** Mo**** ha decidido demandar a nuestro país por violar ciertos acuerdos comerciales. Básicamente, lo que las autoridades de Salud Pública de Uruguay hicieron fue poner unas enormes advertencias en las cajetillas de cigarrillos. ¡Y todo es absolutamente cierto! Fumar es malo para los pulmones, los dientes, las erecciones y los bebés, entre un largo etcétera. Y con estas advertencias, nuestro gobierno por una vez hizo algo bien, alertando a los fumadores de que su vicio es una soberana estupidez, aunque ellos sigan fumando igual (bah, si lo que en realidad los disuade es que les aumenten el precio y/o les prohíban fumar en todas partes). De hecho, es más de lo que hacen las tabacaleras, quienes no respetan los sagrados derechos del consumidor. ¿O acaso han visto en un paquete de cigarrillos la lista de ingredientes, como se supone que debe aparecer en cualquier producto? Nah, la lista se la guardan bien guardadita porque contiene unos cuantos elementos tóxicos, entre ellos veneno para ratas.
Y la codiciosa tabacalera en cuestión decide demandarnos a nosotros por incumplir condiciones. Cuánta hipocresía.
Así que, en plan de defensora acérrima de mi patria y del sagrado bolsillo de los contribuyentes (porque cualquier demanda que perdiera el Estado la pagaríamos con nuestros impuestos), cambié mi atuendo habitual por un atavío de guerrera espartana.
De guerrera espartana onda peli 300, por supuesto, porque en realidad los espartanos usaban unas tremendas armaduras. Claro que eso no habría quedado tan bien en la peli, y la verdad es que yo agradezco el enfoque artístico. ¿Qué mujer no quiere apreciar los abdominales de Gerard Butler?
Lamentablemente, en Uruguay no tenemos guerreros espartanos con buenos bíceps y abdominales. La gente es medio sedentaria y los hombres andan con sus barrigas fofas, comiendo asado y bebiendo cerveza mientras miran algún partido de fútbol. (Estúpidos futbohólicos que no tienen los músculos para defender a su país. Tsk, tsk.)
De todas maneras, se me ocurrió que quizás podría encontrar tipos musculosos en algún gimnasio, y ¡eureka!, ahí estaban. Conseguí unos cuantos y los armé para la batalla. Luego tuve que gritarles para que prestaran atención a mis órdenes, porque estuvieron media hora comparando el tamaño de sus lanzas, a ver quién la tenía más grande (¡pfff, hombres!).
¡Y partimos hacia la batalla!
Después de correr varios días de aquí para allá por las praderas uruguayas sin encontrar a ningún abogado de la tabacalera, caí en cuenta de que tal vez había cometido un
G. E.
¡Uruguay no perdió la demanda en los tribunales! ¡Yuju! (Y menos mal, porque nuestro gobierno ya nos está sacando un montón de dinero para cubrir déficits varios del período anterior.)
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