Quienes han seguido este blog más o menos desde el principio saben que amo apasionadamente al chocolate y que incluso creé un culto dedicad...

CHOCOLATEANDO

Quienes han seguido este blog más o menos desde el principio saben que amo apasionadamente al chocolate y que incluso creé un culto dedicado a él. ¿Y qué mejor manera de pasar esta aburridísima cuarentena por el COVID-19 que haciendo cositas lindas con dicha materia prima? O sea, ¡vengan a mí, cacerola para el baño María y bloque de medio kilo de chocolate!

Encima, entre el pasto de mi jardín crece menta. Meeeeeeeeeeenta. Basta con acercarse un poquito a las plantas para sentir su delicioso aroma. ¿Qué hacer con toda esa menta aparte de infusiones? ¡Pues ponérsela al chocolate de alguna manera, claro!

Así fue como terminé con un montón de discos de chocolate rellenos con crema de menta, llamados originalmente peppermint patties :-) (receta aquí por si quieren hacer el experimento).


Y como me sobró algo de chocolate derretido, bañé unas cuantas nueces en él (buen uso no quirúrgico para las pinzas con dientes de ratón, por cierto).


¡Pero también tenía cacao en polvo más todos los demás ingredientes para hacer una tortita de chocolate en el microondas!


Qué linda, ¿verdad? ¡Como un enorme brownie redondito! :-D

Mi adorable unicornio se percató entonces de mis andanzas culinarias, y como ya se me estaba acabando el chocolate (¡nooooo, tragedia!), pues Cuernito decidió hacer más... ¡transformando la basura plástica que yo había separado a lo largo del mes para su reciclaje!


Me tomó un minuto recuperarme de la sorpresa (durante el cual devoré la mitad de lo que había sido una botella de aceite).

—Mmmmm, mmmmm, esto es... ¿te das cuenta de lo que significa? ¡Podrías solucionar la crisis mundial de la contaminación por plástico! —Cuernito movió la cabeza de un lado a otro—. ¿No? ¿Por qué? —Cuernito se encogió de hombros como diciendo "es difícil de explicar"—. Oh, bueno. Pero ¿es seguro al menos comer todo este chocolate? —Cuernito asintió de buena gana, agitando sus crines esplendorosamente como estuviera en una propaganda de L'Oréal.

Llamé a gritos a mi dragón, quien asomó el hocico a través de la reja de mi ventana.

—¡Tenemos que conseguir plástico, mucho plástico, y apilarlo en forma de montaña! ¡Con un castillo en la cima! —Me volví hacia Cuernito—. ¿Te parece bien? ¿Podrás con eso?

Cuernito volvió a asentir pegando al mismo tiempo unos saltitos de felicidad.

—¡A por ese plástico, entonces! ¡Me voy a desempolvar el carro de la compra para recolectar unos cuantos kilos yo también!

Nos llevó diez días recoger suficiente plástico para crear la montaña en un terreno baldío. (Antes de que me acusen de no respetar la cuarentena, les aseguro que Cuernito, Donald y yo nos pusimos mascarilla y mantuvimos la distancia de seguridad en todo momento. Además, es que la ciudad ha estado particularmente sucia desde que comenzó la pandemia, de modo que en realidad les hicimos un favor a los montevideanos.) Luego Cuernito puso su magia a la obra y...


Mientras Cuernito transformaba el plástico en chocolate, al estilo Elsa pero con poderes chocolatosos en lugar de criogénicos, yo me puse a cantar: "¡El cacao / el cacao / el cacao es fenomenal! / ¡El cacao / el cacao / el cacao feliz te hará!" (Alguien me tiró un zapato a la cabeza para callarme. Creo que fue Donald, ya que menuda cara de culpable tenía cuando me di la vuelta.)

¿Qué hacer con una montaña entera de chocolate? ¡Pues comerlo a pedazos o utilizarlo en más recetas, incluyendo bolitas de coco y chocolate y trufas de chocolate y menta! Sin embargo, a los pocos días entendí por qué no se resolvería así la crisis mundial de la contaminación por plástico: salvo por el chocolate consumido, la magia de Cuernito se desvaneció con la siguiente luna llena, y entonces el chocolate volvió a transformarse en molesto plástico no consumible ni biodegradable.

En fin, Cuernito volvió a convertir la montaña de plástico en chocolate, la cual se mantendrá así hasta la próxima luna llena (que caerá el 5 de junio). O sea, ¿quieren chocolate? ¡Pídanlo en los comentarios y mi dragón se los llevará a domicilio en bloques de dos kilogramos! (Donald usará mascarilla, pero en realidad creo que no puede pillar el coronavirus debido a su capacidad para arrojar fuego.)

¡QUE VIVA EL CHOCOLATE!

G. E.

PD: Antes de que me digan que en el segundo dibujito aparezco revolcándome junto a Cuernito en la montaña de chocolate, y que eso no ha de ser muy higiénico (cierto, no lo es), les prometo que todo el chocolate que pidan será mágicamente aseado por mi unicornio justo antes de cada envío. Vamos, que sería muy poco profesional de mi parte repartir comida con pelos (míos o de Cuernito), fibras de ropa o mugre de la suela de mis zapatos. Ah, y mi unicornio también dará formas más agradables a los bloques de chocolate; por ejemplo, réplicas de estatuas griegas desnudas o animalitos de aspecto encantador como pangolines, gatos, osos pardos o tarántulas (esto último para los amantes de las arañas, obviamente).

PPD: Avísenme si alguno de los enlaces externos deja de funcionar, porfa. Lo sustituiré por una receta equivalente (pos claro, ya que no tendría sentido cambiarla por una de falafel o muslos de pollo al horno).

2 comentarios:

  1. Comer chocolate para salvar al mundo de la contaminación, interesante plan. Buen uso de poderes mágicos.
    Besos.

    PD: Podría enviar a personajes de mis historias, para que reduzca esa montaña de chocolate.

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    1. ¡Ay, sí, manda a quien haga falta, que hay que liquidar la montaña de chocolate antes de que vuelva a convertirse en molesto plástico! Besos :-)

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