A decir verdad, 2015 no fue un gran año para mí. De acuerdo, no me pasó nada extraordinariamente espantoso, como que cayera un avión sobre m...

¡EL MEJOR REGALO DE REYES!

A decir verdad, 2015 no fue un gran año para mí. De acuerdo, no me pasó nada extraordinariamente espantoso, como que cayera un avión sobre mi casa, me dispararan en un asalto o me comiera la pierna un tiburón que hubiera llegado por error al Río de la Plata. Sin embargo, tampoco pasó nada extraordinariamente bueno. Las ventas de mis libros todavía no compensan, ni de lejos, el tiempo de trabajo invertido, mi casa sigue necesitando reparaciones, me volví un año más vieja, las noticias internacionales fueron un desastre, y cierto personaje de Juego de tronos terminó como terminó en el último episodio de la última temporada. Encima, asumió de nuevo el gobierno el partido que menos me gusta, lo cual más o menos promete otros cinco años de mugre, delincuencia, populismo, déficits varios, pobreza y una pésima educación pública.

Puf. Requetepuf. Supongo que he de dar las gracias por mi buena salud, que no es poco. Ah, y por no ser una refugiada siria, que tampoco es poco.

En fin, llegó el Día de Reyes y tampoco esperaba mucho de él, dado que no soy religiosa y encima estoy demasiado vieja como para que los Reyes Magos me regalaran algo, si acaso existieran. Sin embargo... sin embargo, había olvidado que mi hijo adoptivo es un dragón, quien además me adora. Apenas terminé de desayunar (todavía en mi castillo de hielo, rodeada por algunos pingüinos juguetones), se me apareció cargando una caja con agujeros.


Lo de los agujeros ya era una pista. La verdad, pensé que Donald me había conseguido otro gato, dado que el mío murió hace más de un año. Pero no era un gato. Abrí la caja y vi pelaje del mismo color que el envoltorio. Apenas toqué al animalito, ¡éste adoptó el diseño de mi vestido! Era... era... ¡un unicornio camaleónico!


¿¿¿Verdad que es una cosita totalmente adorable??? ¡¡¡Y su cuerno tiene el poder de convertir piedras en bombones de chocolate con menta!!! Lo llamaré Cuernito :-)

Se nota que Donald leyó mi lista de deseos para este año. Le di un fuerte abrazo y un beso en el morro, y luego él y yo nos fuimos a jugar a las escondidas en la nieve con Cuernito. No fue fácil hallar a Cuernito, claro, por eso del mimetismo. (La verdad, no entiendo cómo Rapunzel podía ganarle siempre a Pascal en ese juego. En serio, es más complicado que buscar a Wally.)

Mis expectativas de felicidad para este año acaban de mejorar un 75%, como mínimo :-D

G. E.

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