Escribí mi novela Historias del desierto inspirada en parte por Las mil y una noches y en parte por las clásicas novelas de fantasía ambie...

MIS HISTORIAS DEL DESIERTO (1)

Escribí mi novela Historias del desierto inspirada en parte por Las mil y una noches y en parte por las clásicas novelas de fantasía ambientadas en entornos medievales. Más que nada deseaba crear un mundo con sus propias reglas extrañas y maravillosas; si lo conseguí o no, eso ya quedará a juicio de los lectores :-)

Como sea, el desierto de mi novela (Huru) tiene tantas cosas nuevas que me siento un poco en la obligación de hacer un recorrido turístico para dar cuenta de ellas y de paso picar el interés de los lectores. Es decir, me parece una mejor estrategia promocional que estar bombardeando a todo el mundo constantemente con la misma propaganda :-D (Qué le vamos a hacer, los escritores autopublicados no tenemos más apoyo que nuestra propia iniciativa... aunque últimamente ni publicando con editoriales se consigue mucha promoción.)

Por lo tanto, fui a comprar algunas provisiones, mucho protector solar y ropa adecuada, y ¡hala!, me subí a mi dragón para viajar a Huru y hacer de guía turística en persona :-D

Fue un vuelo bastante largo a través de mi imaginación :-P Unas horas más tarde, sin embargo, descendimos en Huru y nos sacamos la primera foto:


Por cierto, lo que llevo en mi cinturón es una cimitarra :-D He querido una cimitarra desde que vi un documental sobre las batallas de las Cruzadas y aprendí que ¡pueden cortar brazos de un solo tajo! Algunos me dirán que debí conseguir una katana como la de Uma Thurman en Kill Bill, pero esa película es técnicamente incorrecta, ya que las katanas no sirven para cortar brazos (otra cosa que aprendí en los documentales). Eso no las hace menos efectivas como armas, desde luego :-P

¿En qué estaba? Ah, sí, Donald y yo aterrizamos en el desierto. Había un sol radiante, por supuesto, y hacía bastante calor. Por suerte las alas de Donald me daban sombra, aunque de todas maneras me puse las gafas de sol y bastante protector solar (ya saben, chicos y chicas, hay que cuidarse de los rayos ultravioleta).

Nuestra primera parada fue en un oasis. Primer dato fantástico sobre Huru: existen genios de agua. No salen de lámparas ni se parecen a los genios de las películas ambientadas en Arabia, sino que están hechos de agua y sirven a todos los habitantes de Huru. Para llamarlos hay que escribir sus nombres en la arena. Si no te sabes sus nombres, ¡no hay problema!, puedes utilizar un símbolo universal que hará aparecer al genio de agua más cercano. Y más vale, porque en Huru no existe el equivalente de las guías telefónicas ni nada parecido.

Cada oasis suele tener su propio genio de agua, que le da mantenimiento como si fuera una especie de guardia forestal. Cuando Donald y yo llegamos al oasis, nos topamos con su correspondiente genio de agua, que al vernos saludó de esta manera:


Qué simpático, ¿verdad? :-) Los genios de agua son unas criaturas adorables y serviciales... salvo con la gente malvada. Por esas reglas de mi desierto están obligados igualmente a dar agua a la gente malvada, pero en tales ocasiones dejan de lado la cortesía (más o menos lo que pasa con los camareros de los restaurantes).

¿Y qué pintan esos pececitos en el genio de agua? Bueno, pues otra particularidad de los genios de agua es que ¡tienen mascotas! Adoran los pececitos de colores. Si quieren hacer feliz a un genio de agua, regálenle un pececito y el genio se volverá un amigo fiel. También pueden regalarle piedras preciosas, pero bueno, no todos tenemos presupuesto para propinas tan caras :-P

En fin, como hacía mucho calor decidí darme un baño en el oasis mientras Donald aprovechaba toda esa arena para... bueno, para hacer lo que los gatos suelen hacer en la arena. Ya saben (y si no lo saben, no lo voy a explicar). El agua estaba fresquita, y al rato me puse a jugar con el genio, que salpicaba agua sobre mi cabeza o me tiraba hacia arriba para darme un buen chapuzón. (Como dije arriba, los genios de agua son adorables.)

Después del baño me vestí, volví a ponerme protector solar... ¡y entonces me di cuenta de que Donald había desaparecido! ¡Yo estaba sola en medio del desierto!

Empecé a llamar a Donald a gritos y... bueno, tendrán que esperar hasta la próxima entrega para saber lo que pasó, porque esta historia ¡continuará! :-D

G. E.

Artículo relacionado: MIS HISTORIAS DEL DESIERTO (2).


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2 comentarios:

  1. Hola

    Yo ya me conozco Huru :). Una pregunta, ¿eres zurda? Lo digo por la posición de la cimitarra.

    Un saludo.

    Juan.

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    Respuestas
    1. Hola :-) ¡Pues claro que soy zurda! Y más me vale no agarrar esa cimitarra con la derecha, porque entonces podría fallar el blanco :-D Gracias por la visita y el comentario.

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