Adoro adoro adoro el carnaval brasileño. Es una profusión maravillosa de música, alegría, carros alegóricos y plumas de todos colores. Por d...

CARNAVAL DE RIO DE JANEIRO

Adoro adoro adoro el carnaval brasileño. Es una profusión maravillosa de música, alegría, carros alegóricos y plumas de todos colores. Por desgracia, a diferencia del año pasado, esta vez no pasaron el desfile por la tele en mi país, privándome así del espectáculo. (Y antes de que lo pregunten, sí, en mi país también se celebra el carnaval... pero simplemente no es lo mismo.)

En fin, por suerte tengo un dragón que puede llevarme a todos lados, de modo que subí a él con mi adorable unicornio Cuernito y nos fuimos juntos directo al Sambódromo.

Primer inconveniente: habíamos llegado demasiado tarde para comprar fantasías (o sea, los trajes con los que uno desfila para tal o cual scola do samba). Sin embargo, alguien se ofreció amablemente a vendernos cuantas plumas quisiéramos, y como llevábamos encima varias piedras preciosas descartadas por nuestros pequeños amigos mineros, de pronto tuvimos suficientes plumas para tapar incluso a mi Donaldito, que es bastante grande.

Fue divertido ponerle plumas a Cuernito, debido a sus poderes camaleónicos. Mi unicornio no dejaba de mimetizarse con dichas plumas, pero como éstas eran de colores variados, Cuernito pasó las tres noches del desfile probando diferentes combinaciones en su propio pelaje.

Mi Donaldito chamuscó algunas plumas por accidente (y la verdad, qué feo huelen las plumas chamuscadas), pero como dije arriba, teníamos suficientes. No fue un gran problema.

Ahora sí, segundo inconveniente: teníamos TANTAS plumas que exageré un poco con mi propio traje. O sea, apenas podía ver por dónde iba (más o menos como cuando el viento me arroja el cabello por delante de la cara). Choqué contra varios carros y paredes antes de arreglar el problema con una ligera poda.

Finalmente nos colamos al desfile, y bailamos de un extremo a otro del Sambódromo sacudiendo plumas, trasero, cola, alas, crines y etc. (OK, el "etcétera" no incluye el busto, porque ninguno de los tres tiene un busto sacudible). Mi Donaldito se posó en un carro alegórico y fingió ser parte de él. No engañó a nadie, claro, pero quedaba tan genial que tampoco lo sacaron de ahí :-D


Mientras tanto, yo aproveché para coquetearle a un brasileño negro, guapísimo y musculoso. Qué hombre tan lindo, parecía una pantera. Estaba a punto de decirle algo, aprovechando mis moderados conocimientos de portugués... pero entonces surgió el tercer inconveniente.

Las plumas. El vendedor nunca nos dijo de dónde las había sacado, y apenas terminamos de desfilar, una horda entera de ñandúes pelados y furiosos se abalanzaron sobre Donald, Cuernito y una servidora. Donald rostizó a la mitad, Cuernito se sacudió las plumas y se mimetizó con una pared, y yo... yo salí corriendo como alma que lleva el Diablo, todavía con mis plumas a cuestas.

Pernas pra que te queroooo! Ajudem-meeee!

Menos mal que me había dejado las zapatillas de deporte en lugar de ponerme tacones. No evitó que me alcanzaran los ñandúes, claro, pero estaban mucho más cansados cuando al fin me alcanzaron, de modo que no me llevé tantos picotazos :-P

De todos modos, fue divertido. ¡Volveremos el año que vieneeeee!

G. E.

2 comentarios:

  1. ¡Divertidísimo! Y qué dibujos. Me encantas con esos zapatos y las plumas. ¡Menos mal que los zapatos te fueron útiles!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Gracias por la visita y el comentario! Me alegra haberte divertido. Y sí, para bailar o correr, mejor unas buenas zapatillas de deporte que unos imprácticos tacones :-D ¡Abrazos!

      Borrar

Ir arriba