En segundo lugar, tampoco me gusta celebrar que soy un año más vieja. Quizás podría haberme entusiasmado mi cumpleaños número 18, ya que legalmente entraba en la edad en la que podría comprar bebidas alcohólicas, conducir y votar. Sin embargo... bueno, la verdad es que no me atrevo a conducir en esta ciudad porque el tránsito es caótico (razón por la que no tengo auto), y francamente nuestros políticos dejan mucho que desear, de modo que nunca voto con entusiasmo. Queda entonces lo de comprar bebidas alcohólicas. Algo es algo. Puedo comprar alcohol para hacer limoncello, aunque tampoco soy una gran bebedora. Ni modo. A la segunda copa me baja la tensión arterial y me desplomo como un saco de arena :-P (es decir, salvo en Año Nuevo, a la hora de hacer la lista de metas y resoluciones, pero ahí ya entramos en el terreno de la ficción). ¿Y qué tiene de bueno cumplir 18 años y acceder a la edad en la que a uno lo juzgan como adulto por asesinar a alguien? Con las ganas que me dan a veces de cargarme a algunas personas... (
En tercer lugar... uf, muy poca gente le acierta con los regalos. No sé si es que las demás personas son poco observadoras o les falta imaginación, pero en general se excusan diciendo "uy, es que eres muy complicada y no sé qué regalarte". ¿EN SERIO? ¡Soy una escritora y una cerebrito! ¡Me conformo con un paquete de bolígrafos Bic, papel en blanco y/o algún libro! (Y vaya que los bolígrafos son baratos.) La única que realmente da en el clavo con los regalos es mi prima Paula. ¡Gracias, prima Paula! :-)
Pero bueno, cuando digo que en realidad paso de celebrar mis cumpleaños, todos me miran como si fuera un bicho raro. Y como la gente ya suele mirarme como a un bicho raro por otras razones (por ejemplo, me gustan las arañas y escribo historias de terror donde la gente muere de formas espantosas), realmente no me conviene dar más motivos para alimentar esos molestos prejuicios. Por lo tanto, ¡este año decidí hacer una fiesta a lo grande e invitar a un montón de criaturas mágicas y/o mitológicas! (Que alguien se atreva ahora a decir que soy un bicho raro. ¡Ja!)
A decir verdad, me divertí bastante. ¿Ven al duendecillo irlandés? Se llama Paddy O'Malley (por supuesto) y trajo un montón de whisky. (Sí, WHISKY. Diga lo que diga la Real Academia Española, me rehúso a escribir "güisqui". Se ve horrible. Esa palabra parece la representación gráfica del escupitajo de una llama.) Todas las criaturas invitadas se emborracharon de lo lindo, incluso los zombis que pedí prestados a algunos amigos que escriben sobre ellos. Claro que a los zombis tuvimos que mandarlos afuera a la hora de cortar el pastel, porque la peste que largaban no estimulaba demasiado el apetito.
En fin, después de comer la torta rompimos una piñata llena de chucherías. O más bien fue mi dragón Donald quien la rompió de un coletazo, luego de derribarnos a todos los demás. No nos enfadamos por esto último, claro, pues no fue culpa de Donald. Está muy grande y en ese momento tenía los ojos vendados.
Valió la pena hacer la fiesta, después de todo :-) ¡Y Paddy O'Malley ha prometido que me enseñará a destilar whisky!
Ah, y casi todos acertaron con los regalos. Ahora tengo bolígrafos suficientes para los próximos cinco años :-P ¡Yipii! (¿Vieron que no soy tan complicada?)
G. E.
PD: Ni piensen que diré cuántos años cumplí :-PPPP
jajaja muy divertida esta entrada no la había leído. Mola un montón tu fiesta. A ver si me invitas este año que yo me disfrazo de monstruo del infierno.
ResponderBorrar¡Gracias, Luismi! Estás invitado este año, por supuesto, y cuanto más raro te disfraces, mejor :-D
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