Después de una fantástica Oktoberfest con minions , pensé que iba a ser difícil superar semejante nivel de grandiosidad despelotada. Mucho m...

NOCHE DE BRUJAS... ¡CON GREMLINS!

Después de una fantástica Oktoberfest con minions, pensé que iba a ser difícil superar semejante nivel de grandiosidad despelotada. Mucho menos superar el nivel de horrorosa locura de la última temporada de American Horror Story. ¡Pero vaya que iba a hacer todo lo posible para lograrlo! ¡Aunque tuviera que usar una motosierra sobre ciertas personas que no me agradan!

Empecé por vestirme como Lady Gaga en American Horror Story. Ya antes me había vestido como Lady Gaga, pero la mujer ha cambiado su estilo de chifladamente extravagante a maravillosamente elegante con un toque macabro, por lo que valía la pena repetir la experiencia.

Mi dragón, por otro lado, se pintó de un color más oscuro a fin de parecerse a Drogon, el dragón negro de Juego de tronos (era eso o pintarse de rojo para parecerse a Smaug, pero al final decidió que Drogon le gusta más, ya que Smaug habla demasiado y resulta un poco latoso).

"Bueno, ¿y ahora qué?", me pregunté entonces. Teníamos los disfraces, mucha música macabra de Nox Arcana y galletas de vainilla con forma de calavera... pero nos faltaba algo.

Entonces tocaron a la puerta. Creí que habían regresado los minions, o tal vez los elfos navideños hartos de la Navidad, pero eran... eran... ¡docenas de gremlins furiosos!

¡La que se armó! Sí, los gremlins tienen tres dedos en cada mano igual que los minions, pero a diferencia de los minions, cuya especialidad es crear un caos divertido, los gremlins son especialistas en brutalidad, humor negro, caos potencialmente homicida y destrucción de la propiedad pública y privada. Puestos en ello, probablemente se llevarían bien con los marcianos de la peli de Tim Burton. O tal vez no. Pensándolo bien, se matarían entre ellos porque son demasiado parecidos.

En fin, la cuestión es que no me resultó fácil lidiar con ellos. Durante media hora, más o menos, estuve corriendo de un lado a otro en un intento desenfrenado de quitarme a los gremlins de encima. Más o menos como esto:

¡¡¡Uaaaaa!!! ¡¡Auxiliooooo!!

Y menos mal que no estaba lloviendo, porque ya teníamos suficientes gremlins como para no aburrirnos por un buen rato. Los bichos invadieron media ciudad, les robaron los dulces a casi todos los niños y volvieron locos a los policías (los cuales, para empezar, ni siquiera andan bien equipados para lidiar con los delincuentes comunes que pululan por nuestras calles todos los días).

Los gremlins, sin embargo, olvidaron un pequeño gran detalle: mi dragón. Tal vez pensaron que no les echaría fuego encima para no causar incendios, pero mi Donaldito sigue siendo voluminoso y fuerte, y con patas grandes. Empezó a aplastar gremlins como hago yo con las cucarachas, y muy pronto todo se llenó de gremlins muertos y charcos de sangre verde.


—Bien hecho, Donaldito —dije yo—. Pero ahora te toca limpiar. ¡Madre mía, qué asco!

Mi pobre vestido rojo quedó hecho trizas. Una pena, aunque por suerte seguía sin desentonar en cuanto a la festividad. Por no hablar de los rasguños en la cara y los brazos (menos mal que tengo al día la antitetánica, aunque mandé varios cerebros de gremlins a un laboratorio para asegurarme de que no tuvieran rabia, porque no me he dado esa vacuna en particular).

En fin, más allá de los charcos de sangre de gremlin, los puntos de sutura y las desinfecciones con iodo, en realidad fue un Halloween bastante divertido :-)

G. E.

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