A medida que pasan los días, más feliz me siento con el unicornio que me regaló mi dragón por el Día de Reyes :-) Es cariñoso y adorable, n...

PASEANDO A CUERNITO

A medida que pasan los días, más feliz me siento con el unicornio que me regaló mi dragón por el Día de Reyes :-) Es cariñoso y adorable, no ensucia las alfombras ni estropea los muebles, y tampoco hace ruidos molestos como los perros o las cotorras.

Y no son las únicas ventajas. He descubierto muchas cosas durante los días pasados, cuando lo he sacado a pasear.

Antes que nada, he de aclarar que nunca había paseado a un animal, ni siquiera a un perro. Y me refiero a pasearlo con correa, porque técnicamente sí he paseado CON perros. Cuando era chica e iba a visitar a mis sobrinos a la casa de su abuela, uno de los perros (Luciano) solía acompañarme a la parada del autobús. Años más tarde conocí a otro perro en una casa. No hice amistad con los dueños pero sí con el perro (Johnny), y una vez el chucho en cuestión me vio pasar y decidió venir conmigo. Caminamos juntos por casi una hora y lo devolví a su casa cuando pasé por ahí a la vuelta. Finalmente, en la facultad, me hice amiga de un perro residente (Sarnita) que usábamos para las prácticas de semiología. En una ocasión el perro trató de acompañarme a casa. No era mío, así que di la vuelta y lo regresé a la facultad (Sarnita obedeció). En otra ocasión me lo encontré por ahí y también lo devolví a la facultad. Más de una vez el perro me acompañó a algún salón de clases, donde permanecía durante largo rato echado a mis pies.

En fin, volviendo a lo de mi unicornio Cuernito: es la primera criatura peluda a la que saco a pasear oficialmente con una correa. Y la verdad es que le estoy tomando el gusto a la actividad.

Es un poco raro, sin embargo, sacar a pasear a un animal camaleónico. Se mimetiza con el entorno, y la gente cree que estoy usando una de esas correas rígidas "para perros invisibles" como las que vi a la venta en Orlando.


(Antes de que lo pregunten: 3010 NO es el número de mi casa, mucho menos el PIN de cualquiera de mis tarjetas. Lo escogí al azar, así que no se molesten, hackers.)

Quizás la gente no pueda ver a Cuernito, pero los animales son un poco más perceptivos, y yo tengo unos cuantos amigos gatunos y perrunos en el vecindario. Ellos sí detectaron a Cuernito, de modo que los presenté para que pudieran olfatearse y conocerse a gusto. Creo que se van a llevar de perlas.

¿Recuerdan que dije que Cuernito puede convertir las piedras en bombones de chocolate con menta? ¡Pues no es lo único que hace con su magia! Cada vez que pasamos bajo un árbol, los pájaros se ponen a cantar sinfonías. A lo largo de todo el paseo nos rodean las mariposas, y si él toca con su cuerno las plantas en los jardines ajenos, éstas producen fresas independientemente del tipo de planta (espero que esto funcione en invierno; siempre se me hace muy corta la temporada de fresas). Ah, y también hace desaparecer la basura del camino (el Municipio de Montevideo va a tener que descontarme impuestos por eso; digo, es que su sistema de recolección es pésimo).

Todo esto suena muy bonito, incluso algo cursi, pero Cuernito tiene su veta traviesa. Cuando guiña un ojo, quien sea que esté arrojando basura en la vía pública tropieza y se da de narices contra el suelo, y cada vez que Cuernito patea el suelo, la caca de los perros en las aceras les rebota en la cara a los propietarios irresponsables de los animales. El primer día que lo vi hacer estas cosas, Cuernito giró la cabeza hacia mí con falsa cara de niño inocente.

—Ah, ya veo que eres de los míos —dije yo, sonriendo y palmeándole la cabeza—. Bien hecho.

Hace poco fuimos a la playa. Cuernito le dio un lengüetazo al mar, y poco después salió una sirena que me trajo calamares frescos y un bonito collar de conchas de ostra. (Yo le regalé un reproductor de MP3 resistente al agua.) Donald y yo asamos los calamares, y a Cuernito le servimos algas frescas y racimos de uvas.

Ya veo que Donald, Cuernito y yo vamos de camino a tener una amistad realmente estupenda :-)

G. E.

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